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Vías níveas

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Vías níveas. 
Hierro y hielo. 
En la estación del invierno.





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LA NATURALEZA DE LAS PALABRAS: Marchal, marjal

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MARCHAL, MARJAL

Según la “Terminología popular de los humedales”, recopilada por Fernando González Bernáldez, marchal es un término que equivale a: marjal o terreno pantanoso. Se relaciona también con almarcha –del céltico margila-– que hace referencia a las arcillas fangosas. García de Diego considera que al marcha–el prado, en árabe andalusí– sería la fijación hispana de aquel vocablo celta. 

Asociados a esos significados de terrenos húmedos encontramos los nombres de diversos pueblos hispanos: La Almarcha en Cuenca. El Almarchal en Cádiz. El Marchal, Marchal y Marchalejo en Granada. En Almería tienen El Marchal y marchales tan aparentes como Marchal del Abogado y El Marchal de Antón López. En Menorca existe Marjal Nova. Y en Toledo hay un Marjaliza. Incluso el Marchamalo de Guadalajara podría incluirse en la lista.



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CALENDARIO NATURAL. Marzo

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CALENDARIO  NATURAL. Marzo (Revista Natura, 1985)


 MARZO  
Con el primer mes de la primavera empieza el año natural. Se suceden las migraciones de las aves. Animales y vegetales recobran su pulso vital.

Lavanderas atrapando insectos. 

Nacen los cachorros del lince

Desova el lucio

“Si hiela en marzo, súbete al alto”. 

Despuntan las flores amarillas de la celidonia menor

Se ve a las primeras golondrinas

Despertaron los erizos

Volvieron de África los alimoches

Los ciervos pierden la cornamenta. 

Recojamos violetas, olorosas y buenas para la tos. 

Vuela la mariposa limonera

En la montaña anida el águila real

Florecen las anémonas de bosque

La mayoría de las lechuzas campestres nos deja y vuela al Norte. 

Escuchemos nuevamente el canto de la abubilla

Están incubando las águilas imperiales

Las mariquitas andan de amoríos. 

El sapo común también tiene su “corazoncito”. 

Las grajillas vuelan emparejadas. 

Nueva Primavera.

Se dejan ver lagartos y lagartijas

En bosques y ribazos florecen las primaveras

Regresan los alcotanes

Bodas acuáticas del tritón jaspeado

Llega a la Península el águila calzada

En su agujero emite un estridente canto el grillo topo

Ya están aquí los milanos negros

Prueba los capullos de diente de león encurtidos. 

Cerca del agua anida el mirlo acuático

Simpáticos gazapos corretean sobre la hierba.
  


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ALUDES. Capítulo 1: LAS CAUSAS

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Si el 14 de diciembre de 1992 aquel cuchillo de nieve hubiera completado su corte, jamás hubiera escrito lo que sigue...


Pico Petrechema, al fondo (2366 m). Pirineo aragonés.

Alrededor de las tres de la tarde de ese día radiante ascendía con mi amigo Juancar por la cara sur del Petrechema (Valle de Ansó. Pirineo aragonés). Penosamente hundidos en nieve húmeda hasta las rodillas. De súbito, el filo de un cuchillo pareció hendir la ladera blanca. Quedamos mudos, paralizados. Siseó unos segundos bajo nuestras botas. Luego se hizo el silencio. Salimos de allí. Intentamos hacer cumbre por otra ladera...y no hablamos de ello hasta haber regresado al refugio.

Fue el inicio inconcluso de una avalancha de nieve, posiblemente un alud de placa, que nos hubiera desprendido al vacío…(en febrero de 2012 un montañero murió en circunstancias similares)


Montañas de Cerler. Pirineo aragonés.

Precipitación, viento y temperatura
Precipitación, viento y temperatura son importantes factores meteorológicos que determinan la generación de aludes, unido a la inclinación de las laderas. La nieve recién caída contiene hasta un 90% de aire. Al depositarse los copos forman una capa y sus cristales ramificados merman perdiendo parte del aire que retienen. La nieve se apelmaza y a partir de aquí son muy diversos los factores físicos que condicionan el riesgo de que suceda un alud o avalancha.


Capas de nieve. Alpes suizos.

Capas y adherencia
Una capa de nieve no tiene por qué ser igual a su antecedente ni a la siguiente, por este motivo la adherencia no está asegurada. Nieve muy venteada no es lo mismo que nieve húmeda o nieve polvo o una placa superficial de nieve congelada. Sobre la nieve pueden generarse escarchas que sujeten con dificultad las capas posteriores. Si nieva con temperaturas que rondan los 0ºC se reduce el peligro de aludes puesto que esa nieve es relativamente húmeda, luego adhiere y compacta bien. Pero a temperaturas de -10ºC o inferiores la nieve precipita muy seca y ligera, poco adherente y muy peligrosa si cae en cantidad. Otro tanto acontece con nieve muy venteada y por ello liviana y deshidratada.


Capa de nieve muy venteada. Sierra de Guadarrama.

También la lluvia actúa como desencadenante de avalanchas al empapar la capa superior de nieve, o por acumular agua entre dos capas facilitando el deslizamiento de la superior. O incluso al infiltrarse hasta el suelo y tornarlo deslizadizo.



El inexorable plano deslizante
Cualquier alud requiere una condición inexorable: la existencia de un plano deslizante. Plano íntimamente relacionado con la pérdida de adherencia en el manto nival y con la pendiente de la ladera. 



Valle con ladera muy expuesta a aludes. Pirineo aragonés. 

Riesgos y precauciones
Los factores ambientales y orográficos han de ser observados y analizados para considerar el riesgo de aludes en una zona y en un determinado momento. Una herramienta muy extendida para clasificar ese riesgo es la Escala europea de peligro de aludes

DÉBIL: riesgo 1
LIMITADO: riesgo 2
NOTABLE: riesgo 3
FUERTE: riesgo 4
MUY FUERTE: riesgo 5

Es primordial conocer el grado de riesgo antes de realizar una travesía o una ascensión invernal en alta montaña. Y, por supuesto, debe tomarse muy en serio los avisos que se colocan en lugares transitados y expuestos a avalanchas.



Aviso de aludes o avalanchas. Pirineo aragonés.

En general, conviene tener en cuenta las siguientes advertencias premonitorias de avalanchas:

  • Nevadas invernales que acumulen 30 o más cm de nieve sobre laderas pronunciadas pueden ocasionar aludes hasta pasadas 24 horas. 
  • Subidas de temperatura, tras grandes nevadas, humedecen el manto nival haciéndolo más pesado y fluido. 
  • Evitar las horas más calurosas (entre mediodía e inicio de la tarde) en zonas de riesgo.
  • Evaluar la pendiente de una ladera y su longitud antes de internarse en ella.
  • Observar la acumulación de nieve en corredores y canales de alud, también sobre crestas y cornisas.
  • Desconfiar de sustratos arcillosos muy humedecidos, y de grandes superficies de roca plana o placas de hielo que soporten importantes mantos de nieve. 

Y no se olvide que la adherencia precaria de una capa de nieve llega a desvanecerse ante cualquier vibración: el paso de un helicóptero, una caída de rocas, o el sesgo de un esquiador…



Tuca de Chuise (2.800 m) cargada de nieve. Pirineo aragonés.

Continúa en...
ALUDES. Capítulo 2: LAS CONSECUENCIAS



Más sobre aludes y sus accidentes: 
nieveyaludes.blogspot.com


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ALUDES. Capítulo 2: LAS CONSECUENCIAS

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11 de febrero de 1996, invierno de grandes nevadas. Con mi amigo Juancar me acerqué al Valle de Estós (Pirineo aragonés) sin imaginar que una mole de nieve con árboles, tierra y roca, nos cerraría la entrada hasta una altura superior a 30 m. El desmesurado cono -originado por un alud de fondo en las montañas de Chuise- compactó como nevero no desapareciendo totalmente hasta pasado año y medio, con sus dos respectivos veranos.


Cono de alud a la entrada del Valle de Estós. Pirineo aragonés.


Aludes superficiales y de fondo
Según sea la movilización de materiales, se distingue dos tipos de aludes: alud superficial y alud de fondo. Los superficiales sólo desprenden parcialmente las capas de nieve, mientras que los de fondo llegan a desplazar nieve, terreno de la ladera, rocas y vegetación. Estos últimos suelen ocasionar graves daños en infraestructuras humanas arrasando el terreno por el que circulan. Cuando un alud de fondo adquiere suficiente masa y velocidad no sólo alcanza la base de un valle, también la supera y remonta por la ladera opuesta depositando en ella árboles que durante años quedan como testigo.


Arbolado arrasado por un alud. Pirineo aragonés.


Aludes de nieve fresca, de placa, o de nieve húmeda
En función de los tipos de nieve cabe diferenciar aludes: de nieve fresca, de placa, o de nieve húmeda. Los aludes de nieve fresca se originan en puntos altos de las laderas y según descienden levantan una avalancha de nieve pulverizada capaz de alcanzar velocidades de 100 a 300 km/h. A esa velocidad máxima su frente provoca vendavales que arrancan o seccionan árboles de enorme porte antes de ser tocados por la propia avalancha. Requieren un tipo de nieve seca más característico del invierno. Los aludes de placa son frecuentes y consisten en la rotura y deslizamiento de una costra de nieve. Tales placas se forman con nieve muy venteada y depositada a sotavento del vendaval. Un indicador de su ubicación es la presencia de cornisas de nieve en las alturas, bajo ellas se acumula la nieve que el viento empujó. Los grandes aludes de placa resultan demoledores al precipitarse a velocidades de hasta 130 kilómetros por hora, alcanzadas en unos 5 segundos.


Cornisas de nieve. Pirineo de Andorra.

Los aludes de nieve húmeda se deben a fenómenos de fusión nival por elevación de la temperatura, lo cual resulta más habitual en primavera y en laderas de solana. Adquieren velocidades entre 20 y 60 km/h


Montañas de Batisielles. Pirineo aragonés.


Paisajes de alud
En España los aludes se circunscriben a paisajes de alta montaña, si bien las estadísticas se centran en aquellos parajes donde las avalanchas de nieve causan daños a personas o a infraestructuras, es decir: zonas que reciben una importante precipitación nival y a la vez una significativa afluencia de personas. Esto es: las montañas pirenaicas de Huesca, Lérida, Gerona y Navarra, la alta montaña cantábrica ubicada entre Asturias y León, y las del sistema central en Ávila y Madrid. Lo cual no significa que otras altas montañas ibéricas queden exentas de aludes en años de nevadas copiosas.



Parque Nacional de Aigües Tortes i Sant Maurici. Pirineo de Lérida. 


¿Quién se da por alud-ido?
Conocer los aludes y asumir su riesgo es inherente a la actividad montañera invernal. Otro asunto es la irrupción en la alta montaña de una creciente población urbana ajena a los peligros potenciales de este medio. Público atraído por instalaciones implantadas para el uso y disfrute (generalmente comercial) de la nieve. 



Carretera muy expuesta a aludes. Pirineo aragonés.

Los cortes de carretera, el aislamiento de personas o las muertes por avalancha son consecuencia de los aludes…pero la responsabilidad de esos acontecimientos incumbe a promotores y gestores de carreteras, estaciones de esquí y alojamientos ubicados en el dominio de la alta montaña invernal. Evitar daños y desgracias no obliga a invertir en más infraestructura anti-alud de la necesaria. Por contra, sí implica renunciar a construcciones de riesgo que, tarde o temprano, han de apuntalarse con dinero público contra toda sensatez económica y ecológica.



Barreras contra aludes. Alpes suizos.



Protección contra aludes en carretera. Pirineo aragonés.


Protección contra aludes en cabecera de un canal de alud. 
Pirineo aragonés.



Más sobre aludes en...
ALUDES. Capítulo 1: LAS CAUSAS


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CALENDARIO NATURAL. Abril

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CALENDARIO  NATURAL. Abril (Revista Natura, 1985)


 ABRIL  
Mes tradicionalmente húmedo, que suele hacer honor al refrán “en abril, aguas mil”. Culmina la migración de las aves con la llegada de las más tardías. Todo son preparativos para vivir la primavera.

“El caracol de abril, para mí”. 

Coge tréboles en flor: son buenos para el resfriado. 


Inicia la puesta el águila calzada


Nacen los primeros topos


Prepara una ensalada de dientes de león y berros de prado


Pierden los lobos el pelaje invernal. 


En los árboles anida el águila culebrera


La hiedra terrestre florece en bosques y umbrías. 


Salieron del cascarón los patitos del ánade real


Flores de ranúnculo tapizan los remansos de agua. 


Tiburones marrajos desovan en las costas. 


Crían las urracas


Aparece en el bosque la colmenilla, una seta de primavera. 


Vuelven los abejarucos


Romances submarinos del rorcual común


Despierta el bosque con el canto del cuco


Aquí están, de nuevo, los vencejos


Abejas libando el néctar del endrino


Los cerezos se cubren de flores blancas. 


Entre los carrizales crían las fochas


Comienza la floración de la peonía, la rosa de San Jorge


El mochuelo buscó un hueco para su puesta. 


Los camaleones vuelven a las andadas. 


De cuatro a diez rayones tuvo la camada de la jabalina


Ya puedes ver narcisos silvestres de flor amarilla. 


De día cantan las ranas, de noche lo harán los sapos


Despierta del sueño de invierno la mariposa pavo real


Bosques, setos y parques ocultan la nidada del mirlo común.
  


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JARAS: amigas del sol

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Pocas plantas se me antojan tan amigas del sol como nuestras jaras. Prosperan en paisajes mediterráneos donde la civilización occidental abre claros forestales o esquilma la cubierta arbórea desde hace más de dos mil años.


Jaral de jara pringosa (Cistus ladanifer) con enebros (Juniperus oxicedrus)

El sonoro nombre jara procede de una palabra árabe que equivale a matorral, mata, bosque o bosquecillo. A mediados del S.XIII designaba ya a algunos arbustos que los botánicos incluyen en la familia de las Cistáceas, de gran importancia ecológica en el suroeste europeo y que tiene su principal área de biodiversidad en la región mediterránea. Baste considerar que entre la península ibérica y Baleares reúnen 12 especies de jaras (género Cistus) que a su vez hibridan fácilmente entre ellas. Casi todas son arbustos de mediano porte, muy querenciosos de tierra iluminada y bastante caldeada, que dan flores vistosas, generalmente blancas, y han adaptado sus hojas para soportar el calor y la sequedad que caracterizan al verano mediterráneo. Veamos algunos ejemplos: 



Jara pringosa (Cistus ladanifer) variedad de cinco llagas.


JARAS DE HOJA PEGAJOSA 

La jara pringosa (Cistus ladanifer) puede superar los tres metros de altura y produce una sustancia viscosa -llamada ládano- de dulce aroma usado en perfumería, que aísla al arbusto de la sequedad circundante en el estío. Se adapta a gran diversidad de sustratos, ama los veranos secos y calurosos, y es muy común en la mitad sur peninsular, en el centro y gran parte de la zona occidental.



Jaguarzo blanco (Cistus albidus)


JARAS DE HOJA BLANQUECINA

El jaguarzo blanco (Cistus albidus) destaca entre las jaras de flor más hermosa. Lo de blanco se refiere al color claro de sus hojas, a causa de un denso fieltro que las protege de la insolación y reduce la evapotranspiración. Sus flores son de color rosa o magenta y delicado aspecto ligeramente arrugado, como pétalos del más fino papel cebolla. Prospera sobre diferentes suelos en lugares de invierno poco frío y verano caluroso. Abunda en la mitad sur de la Península, valle del Ebro, litoral mediterráneo y Baleares.


Romarina (Cistus clusii)

JARAS DE HOJA MUY ESTRECHA

Otro jaguarzo blanco, también conocido como romarina (Cistus clusii) presenta cierto parecido al romero debido a sus hojas estrechas con bordes enrollados y, además, un denso tapiz de pelillos por debajo de cada hoja. Son diseños que ayudan a reducir la pérdida de agua en verano al minimizar la superficie foliar y tapizar las zonas de evaporación de la hoja. Se trata de la jara más resistente a la sequía. Crece en suelos caldeados y de carácter básico, en el sur, centro y este de España, incluidas las islas de Mallorca, Ibiza y Formentera.



Jaguarzo morisco (Cistus salviifolius)


JARAS DE HOJA RIZADA

Las hojas del jaguarzo morisco (Cistus salviifolius) se asemejan a las de la salvia. Son ásperas y rugosas, textura resistente a la sequedad por insolación, y también con pelos estrellados para reducir la evapotranspiración. Medra en suelos frescos y carentes de cal, por cualquier provincia de la España y Portugal peninsulares, además de Baleares.



Jara cervuna (Cistus populifolius)


JARAS DE HOJA ANCHA

La jara cervuna (Cistus populifolius) prefiere umbrías sureñas quedando menos expuesta a la deshidratación, por ello sus hojas recuerdan más al chopo que a otras jaras. Habita terrenos sin cal ubicados en umbrías y barrancos frescos de Andalucía, Extremadura y mitad sur de Portugal…aunque llega a internarse en la Sierra de Guadarrama.



Jara estepa (Cistus laurifolius)


Las hojas de la jara estepa (Cistus laurifolius) se parecen vagamente a las del laurel, aunque son más resistentes al sol y de jóvenes protegen su cara inferior con una superficie pelosa y blanquecina que pierde menos agua cuando el calor aprieta. Su corteza es rojiza y se deshilacha de modo inconfundible. Es arbusto común en el sur, centro y este de España, y Trás-os-Montes en Portugal, sobre suelos escasamente o nada calizos de tierras altas y montaña mediterránea.

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A VUELTAS CON LA TIERRA. Homenaje a un planeta

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A VUELTAS CON LA TIERRA

Eterna, impasible y rutilante
da vueltas la Tierra
en su infinito aire
de vieja polvareda trashumante. 

Azul el azul, se vuelve sobre sí
goteando alegrías de rocío.

En los cantos rodados beben musgos,
verdes y mudos.

Vuelan sueños, nubes y pájaros,
en el agua de los astros.

El viento huele a hierba.

...Y la Tierra,
eterna, impasible y rutilante,
siempre da vueltas.

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CALENDARIO NATURAL. Mayo

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CALENDARIO  NATURAL. Mayo (Revista Natura, 1985)


 MAYO  
Auténtica explosión de vida. Multitud de animales se encuentran en período reproductivo. La floración se generaliza. Mes ideal para la observación de campo.

Aletea la blanca mariposa de la col.

Los bosques se pueblan de insectos nocturnos.

“El agua de mayo, mata al caballo”.

Pierde el gamo su cornamenta.

Campanillas de primavera, en prados húmedos y cenagales.

Por el robledal encontrarás al herrerillo común.

De 2 a 4 gatitos forman la camada del gato montés.

Mariposa vulcana, quizás la reconozcas en un jardín.

Entre rocas costeras desova el congrio.

Cuece las ortigas y prepáralas con aceite, es un buen plato.

Tábanos y mosquitos se hacen notar.

Sobre una rama, guarda su nidada el gavilán.

Florecen las retamas.

Martas y garduñas traen sus crías al mundo.

El delfín arguaje se enamora entre las olas.

¿Has visto la flor de olivo?

Desde Madagascar llegan los halcones de Eleonor.

Se abren las flores blancas del ajo de oso.

Montes perfumados de jara.

Cerca del agua nacieron los turones.

Se cubre de flores la copa del castaño de indias.

Crían golondrinas, vencejos y aviones.

Bancos de alevines en las orillas de los ríos.

Descubre en los campos a la mariquita de dos puntos.

Recoge flores de majuelo o espino blanco, regulan la tensión.

El cuco deposita sus huevos en nidos ajenos.

Observa a los vivarachos topillos.

Por San Fernando, la loba parida o rabeando”.

Jóvenes cárabos curiosean los alrededores de su nido. 
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AMO LAS AMAPOLAS

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Amo las amapolas. 
Su rubor vibra 
como tu amor en mi vida. 

Por 10 años de BODAS DE AMAPOLAS con Carmen.




Las amapolas rojas (Papaver rhoeas) caracterizan intensamente el paisaje en que florecen. Su rojo, muy luminoso, vibra entre el verdor de la hierba generando una sensación contrastada: enérgica e irreal. Su floración nos emociona y alegra como ninguna otra.






MÁS SOBRE AMAPOLAS:


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CALENDARIO NATURAL: Junio

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CALENDARIO  NATURAL. Junio (Revista Natura, 1985)


 JUNIO  
La primavera cede el relevo al verano con algunas tormentas. Las aves cuidan sus nidadas. Proliferan los insectos. Un buen mes para recolectar plantas medicinales.

Emergen del agua las libélulas.

Juegan los jóvenes zorreznos.

De 150 a 200 huevos pone la mariposa blanca del majuelo

Florecen las encinas.

En el viejo campanario incuba la lechuza.

Se deja oír el canto de chicharras y cigarras.

Entre las hierbas aletean las pardas mariposas mirtila.

“Hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo”.

Nacen en las montañas corzos, cabritos y rebecos.

Entre las mieses, corren pollitos de codorniz.

Aspira el aroma de las flores de madreselva.

Desovan las anchoas.

Rosales silvestres en plena floración.

Sin ningún reparo, el alcotán utiliza nidos abandonados.

Puesta del sapo corredor.

A más de 1.100 m vuela la mariposa Apolo, una montañera.

Busca el oso a su pareja.

Curarás heridas con la flor amarilla del hipérico.

El día más largo del año. Llegó el verano.

Masticando madera, la avispa fabrica su nido de papel.

Recoge espliego y cantueso, su infusión es digestiva.

“Por San Juan, brevas. Y por San Pedro, las más buenas”.

Para la garganta, recolecta la hierba de San Guillermo.

Ahora es tiempo de fresas silvestres.

Hasta ocho crías saca adelante la mítica musaraña.

Flores rosadas del brezo de turbera.

“Por San Pedro, se arranca el ajo y se siembra el puerro”.

Los erizos están de bodas.

  


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NENÚFARES e INTERMITENCIAS del río LOBOS

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Los nenúfares amarillos son parte del paisaje en el Parque Natural del Cañón del Río Lobos. ¿Por qué? Para entenderlo conviene acercarse hasta el paraje conocido como Puente de los Siete Ojos y comprobar que… ¡El río no está!
Cauce seco del río Lobos. Puente de los Siete Ojos.

EL RÍO casi AUSENTE

Durante buena parte del año el río Lobos desaparece infiltrándose en el subsuelo calizo por dos sumideros o desagües. Un sumidero se ubica en la provincia de Burgos y el otro en el límite con la de Soria, antes del puente de los Siete Ojos. A partir de aquí el río Lobos y sus afluentes se sumergen en las calizas cretácicas del árido cañón. Por ello, es normal contemplar tramos de lecho seco con cantos angulosos y escasamente rodados, que indican un ligero y ocasional arrastre.
Cantos angulosos, escasamente rodados. Puente de los Siete Ojos. Río Lobos.

Justo al final del cañón resurgen las aguas en el nacedero del río Ucero. No obstante el caudal del río Lobos mantiene -incluso en lo más seco del año- una sucesión de pozas por las que asoma su agua subterránea en hundimientos del terreno cárstico.

Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


Cañón del río Lobos.

EL CAÑÓN EVANESCENTE

Este cañón u hoz se abre durante más de 25 km entre los municipios de Hontoria del Pinar y Ucero respondiendo a la disolución y erosión de la roca caliza en superficie. Y -tanto o más- a la disolución, erosión y hundimientos del subsuelo por las aguas que discurren bajo el fondo del cañón. Así pues, la hoz ha sido –y sigue siendo- horadada desde arriba, desde abajo y por los lados.


Cañón del río Lobos.


Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


LOS NENÚFARES EMERGENTES

En las pozas permanentes del río Lobos emergen cada temporada las hojas flotantes de los nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum), especie que no abunda en España. Requieren aguas razonablemente limpias con al menos 40 cm de profundidad y sustratos limosos. No gustan de corrientes ni de sombra densa y no soportan alteraciones drásticas en el nivel del agua. Todos estos condicionantes se cumplen en el Cañón del Río Lobos por la conjunción favorable de su geología e hidrología:



Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


Aguas muy tranquilas y razonablemente limpias

Las pozas del río Lobos son estanques suficientemente profundos, alimentados principalmente por agua subterránea de buena calidad. Ello comporta una estabilidad muy opuesta a las fluctuaciones anuales e interanuales del río. Estas pozas apenas presentan corriente, ni siquiera cuando la lámina fluvial circula entre ellas de forma somera.



Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


Sustratos limosos

Los materiales que forman los limos llegan a estas pozas principalmente arrastrados por las aguas superficiales. Allí quedan retenidos sumándose a ellos los restos orgánicos de nenúfares y demás flora y fauna acuáticas. Las crecidas eventuales del río Lobos incrementan dicho aporte de limos sin comprometer la sujeción de los nenúfares en sus estanques, ni siquiera durante riadas excepcionales -como la sufrida en la primavera de 2013- que inundan todo el fondo del cañón. 



Restos de crecida del río Lobos. Primavera 2013


El acúmulo de materiales arrastrados da idea de la intensidad de esas crecidas que, lamentablemente, también incorporan residuos y contaminantes humanos al curso superficial del río y posiblemente al acuífero local.


Residuos contaminantes en el río Lobos.


Ni corriente ni sombra densa

El escaso desnivel del fondo del cañón hace serpentear al río Lobos en meandros de corriente casi imperceptible, menor aún en las pozas de nenúfares. Además, su precario caudal –a veces nulo- limita el desarrollo de un auténtico bosque galería y el negativo efecto de su sombra sobre los nenúfares.


Cauce del río Lobos.


A fines de primavera y principios de verano comienzan a florecer los nenúfares amarillos del río Lobos. Confirman, un año más, la paradójica estabilidad de sus estanques inmersos en un río intermitente y fluctuante.


Flor recién emergida de nenúfar amarillo (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos



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CALENDARIO NATURAL. Julio

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CALENDARIO  NATURAL. Julio (Revista Natura, 1985)


 JULIO  
Entra julio “con las hoces en el puño”. Es tiempo de siega. Numerosas especies concluyeron la crianza. Tras el deshielo, la alta montaña se cubre de flores.

El chotacabras aguarda la noche camuflado en el suelo. 

Centaureas azules, o azulejos, salpican los trigales. 

Obtendrás un rico jarabe cociendo grosellas con azúcar. 

Nacieron de la tierra las puestas de los caracoles

Amarillean las flores del pampajarito.

Canta en el soto la oropéndolaPor la noche, el autillo

Petirrojos del año atrapan sus primeras presas. 

Caballitos del diablo sobre aguas tranquilas. 

Campea la perdiz seguida de sus perdigones. 

Jóvenes vencejos surcan los aires. 

Entran en amores las esquivas marsopas atlánticas. 

Florece la salvia en los prados. 

Junto a los neveros sestean rebecos

Espléndidas magnolias florecen en parques y jardines. 

Ya vuelan los pollos de alimoche

Claveles silvestres en las montañas. 

Rojas amapolas inundan los campos. 

Desovan los salmones

Haz colonia casera con flores de lavanda y alcohol.

“Por Santa Magdalena, la avellana llena”. 

Belladona, beleño, estramonio…flores mágicas y venenosas. 

Hasta dos camadas criaron los lirones caretos.

“En Santiago, tira la mosca la vaca y la agarra el caballo”.

“Si llueve por Santa Ana, el maíz grana”. 

Pesca la garza real entre espadañas floridas. 

Encontrarás en las praderas ajos y zanahorias silvestres. 

Gencianas alpinas adornan las cumbres. 

Recoge menta acuática y prepara una agradable infusión. 

Flotan en el agua las flores de los nenúfares.

  

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LA NATURALEZA DE LAS PALABRAS: Lastra

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LASTRA

Una lastra es una piedra plana y de poco grueso. Según el diccionario etimológico de J. Corominas, se trata de una voz común a las lenguas romances de la península ibérica, muy extendida por el Noroeste y muy cercana al vocablo italiano lastra, que tiene el significado de baldosa. Su origen, poco claro, puede ser un legado importado de Italia por los constructores de iglesias. En este caso derivaría de lastricare o pavimentar, término que a su vez procede del griego óstrakon (cáscara o casco de vasija, pues los trozos de estos envases rotos eran reutilizados para pavimentar).

La Lastra es nombre de pueblo en las provincias de Ávila, Palencia y Cantabria. A Lastra queda en Lugo. Nuevamente en Ávila encontramos La Lastra del Cano. En Segovia, Lastras de Cuéllar, Lastras de Lama y Lastras del Pozo. Lastras de las Eras, en Burgos. Lastras más pequeñas son: Lastrilla, en Palencia, y La Lastrilla, en Segovia.



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LA NATURALEZA DE LAS PALABRAS: Bárcenas

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BÁRCENAS

En la Terminología popular de los humedales, de Fernando González Bernáldez, se indica que el topónimo bárcena y derivados como várzea, várcea, bárcea, proceden del latín margo, -inis, equivalente a margen. En Galicia se refiere a un margen de río y también a una tierra cultivada por hallarse en aquellas zonas ribereñas las mejores tierras de labor. La acepción agraria de este vocablo es compartida por enclaves de habla castellana, especialmente en pueblos de Cantabria.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, bárcena podría tener origen en la voz prerromana bargĭna, derivada de barga o campo inundado. Y así, este diccionario indica que en Cantabria bárcena denomina a un “lugar llano próximo a un río, el cual lo inunda, en todo o en parte, con cierta frecuencia”. Insospechadamente la misma ciudad de Barcelona compartiría esa raíz etimológica al ser ubicada en un barcino cuyas ricas tierras de cultivo solían inundarse.

Existen en Cantabria dos poblaciones llamadas Bárcena, a las que se suman Bárcena de Ebro y Bárcena de Carriedo. Y otras como: Bárcena de Pie de Concha, Bárcena Mayor y Bárcena de Cicero. Además de los derivados: Barcenaciones y Cabárceno.

En León tienen Bárcena de la Abadía y la muy coherente Bárcena del Río. En Palencia: Bárcena de Campos. Y en Asturias: Bárcena del Monasterio.

Bárcenas, tal cual, sólo hay en Burgos.

Otras bárcenas, aunque diminutivas, son: Barcenillas de Cerezos y Barcenillas del Rivero (Burgos). Barcenilla y Barcenillas (Cantabria)


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CALENDARIO NATURAL. Agosto

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CALENDARIO  NATURAL. Agosto (Revista Natura, 1984)


 AGOSTO  
Mes muy caluroso aunque sean frecuentes las tormentas e incluso el granizo. Finalizan acontecimientos iniciados en la primavera (floración, celo, cría…) y comienzan los del otoño (fructificación y migración).

En las montañas se abren las primeras flores de la brecina

Los atunes desovan en nuestras costas. 

La zarzaparrilla florece en encinares, setos y barrancos. 

En los llanos, las cigüeñas se reúnen para migrar. 

Últimas matas floridas del aromático té de Aragón

De noche, echemos un vistazo a las estrellas

El halcón de Eleonor incuba su puesta en los cantiles isleños. 

Los abejarucos abandonan las colonias de cría. 

El milano negro regresa a África. 

Con el calor estalla la vaina del piorno y saltan las semillas. 

De madrugada y al anochecer los corzos se entregan a la berrea. 

Van madurando los frutos del majuelo

En zonas frescas puede recolectarse menta y poleo

Haz confitura con los frutos del arándano

Vuela en el cielo la nueva generación de buitre leonado

Se ve halcones abejeros fuera de su zona, emigran al Sur. 

Aún pueden sorprendernos los ciervos voladores en el robledal. 

Comienzan los desplazamientos en la migración del alcotán

Golondrinas jóvenes sobre los cables de la luz. 

La flor del ajenjo desprende su amarga esencia. 

Con Luna llena podemos descubrir animales nocturnos

Termina la época de cría para el caballito de mar

Bandos de estorninos comen las bayas de los arbustos. 

Nacen los últimos gamos

El vencejo real saca adelante su chirriante nidada. 

Observa en las charcas a las pequeñas salamandras

Topillos y ratones hacen estragos en los graneros. 

Es posible hallar las excelentes setas barbudas

El águila calzada dirige su vuelo hacia África. 

Los alimoches enfilan al Estrecho de Gibraltar. 

Se inicia la retirada de los vencejos comunes.


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CALENDARIO NATURAL. Septiembre

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CALENDARIO  NATURAL. Septiembre (Revista Natura, 1984)


 SEPTIEMBRE  
Es el último mes del estío y el comienzo del otoño. Las flores dan paso a frutos y semillas. Algunas aves nos visitan, otras marchan a África. Septiembre se despide con el cálido veranillo de San Miguel.
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El saúco negrea sus frutos. 

Un tiburón, la pintarroja, inicia la puesta.

Se marchita la flor del edelweiss.

El águila culebrera vuela hacia África.

Nace una segunda camada de erizos.

Maduran las avellanas.

La lechuza campestre desciende a la península ibérica.

Los caballitos del diablo dejan de volar.

Florece la caña común.

Cojamos endrinas y elaboremos pacharán.

Madreselvas con los frutos.

Los gorriones se desplazan para comer por nuestros campos.

Aún podemos recolectar orégano.

Águilas pescadoras cruzan Gibraltar.

Llenemos una cesta con deliciosas moras de zarza.

Cigüeñas negras cruzan el Estrecho con rumbo Sur.

Madroños con flores y, además, frutos de 1 año.

Los zorzales europeos invernarán en la península ibérica.

Cópula de la Mantis religiosa, un amor que mata.

Caen las castañas de indias en los parques.

Desaparecen las olorosas flores de la adelfa.

Nos saluda el otoño.

Plantemos bellotas de roble.

Escuchemos la imponente berrea del ciervo.

Petirrojos capturando los últimos mosquitos.

El ánade real busca pareja.

Veranillo de San Miguel.

“Por San Miguel, los higos son miel”.


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APUNTES DEL PAISAJE: AZCA de Madrid

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Luces y sombras
Anuncios luminosos, farolas y focos de alta potencia iluminan el recinto urbano denominado AZCA que concentra edificios de oficinas y centros comerciales en el área norte de la ciudad de Madrid.
Iluminación. Complejo AZCA de Madrid.

El exceso de luz alarga las noches y garantiza la seguridad ciudadana…igual que esas cámaras que lo ven todo desde arriba.



Iluminación y vigilancia. Complejo AZCA de Madrid.


Este paisaje metropolitano, tan al gusto del liberalismo económico, yuxtapone a los aspirantes a “triunfador” y altos ejecutivos con los mendigos del propio sistema…cada uno ocupando su nicho socioeconómico puesto que los segundos no van más allá de los pasadizos, los subterráneos o los jardines cementados.


Zonas ajardinadas. Complejo AZCA de Madrid.


Vegetación urbana 
La vegetación potencial de este paraje madrileño es el encinar manchego de clima seco con temperatura media anual inferior a 16ºC…sin embargo, las plantas que aquí crecen apenas guardan relación con las comunidades vegetales que poblaron el paisaje anterior a la urbe madrileña. Especies de jardinería, cultivadas, abonadas y regadas, habitan este entorno con mayor o menor éxito. En determinados rincones han plantado especies ibéricas, aunque ajenas a la flora natural del territorio. Mientras, un reducido número de genuinas plantas autóctonas sobrevive por su cuenta en competencia con otras de carácter cosmopolita e invasor.

Vista panorámica. Complejo AZCA de Madrid.

Un suelo desolado
El suelo natural de este paisaje urbano es un sustrato de arenas y arcillas conocido como arcosas de Madrid, procede de la erosión y sedimentación de rocas graníticas y gnéisicas de la Sierra de Guadarrama. Pero el terreno ha sido socavado para abrir paso al tren, al metro y a los automóviles que circulan por sus 7,5 kilómetros de calles subterráneas distribuidas en dos niveles cubiertos por sucesivas capas de hormigón. El actual suelo superficial es equiparable a un afloramiento rocoso, un pavimento estéril con islas de nutrientes depositados en las jardineras y zonas ajardinadas.

Edificios Torre PicassoyTorre Europa. Complejo AZCA de Madrid.

20 hectáreas de especialización
Aquí se desarrolló previamente un paisaje agrícola y ganadero, luego se transformó en periurbano y definitivamente en metropolitano en la década de los 70 del siglo XX. El crecimiento y expansión de la urbe madrileña dotaron a la zona de infraestructura especializada para responder a nuevas funciones económicas, administrativas, financieras, de ocio y consumo. Son 20 hectáreas de terreno por donde cada día circulan, trabajan, compran y deambulan unas 120.000 personas. Cada metro cuadrado de este paisaje ha sido pensado, diseñado y construido para concentrar y ahorrar espacio. El suelo de una gran ciudad es un recurso muy cotizado. Aún así, entre los edificios se han dispuesto espacios abiertos, parcialmente ajardinados y de uso peatonal. Un deliberado desahogo para quienes pasan su vida en compartimentos de luz artificial.
Fachada de cristal. Complejo AZCA de Madrid.

Fachadas de cristal ineficiente
La fachada de este edificio alberga un centro comercial. En su interior los urbanitas satisfacen variadas necesidades: desayunar, comer o cenar, visitar exposiciones, comprar ropa, regalos, e incluso productos naturales....Una multiplicidad de funciones que contrasta con el homogéneo exterior del edificio. La aportación estética del revestimiento cristalino es energéticamente cuestionable: por el dispendio de energía para fabricarlo y por su escasa eficiencia. No es buen aislante térmico ni acústico y su evidente ventaja –la transparencia– se neutraliza con materiales reflectantes o que reducen la translucidez. Una construcción con fachada acristalada debería ahorrar consumo de luz artificial y calefacción, pero estos edificios gastan tanta electricidad en iluminación como cualquier otro y el tratamiento de las superficies acristaladas con filtros para la radiación solar minimiza su efecto invernadero durante el invierno.
Fachada de cristal del edificio Sollube. Complejo AZCA de Madrid.



Fachada de metal y cristal en edificio Cadagua. Complejo AZCA de Madrid.

Estructuras metálicas y planteamientos insostenibles
El peculiar diseño del edificio Cadagua sobresale en derroche de materiales para revestimiento exterior. La fachada encierra todo el edificio en una jaula metálica…y quizá alegórica. Tras los barrotes metálicos –fabricados con enorme coste energético- se extiende un acristalamiento de reducida transparencia y cuyos ventanales, para colmo, son de apertura muy limitada. El inmueble elude las condiciones climáticas y lumínicas de este enclave madrileño. Su apariencia estética –cuestionable– se apoya en una tecnología de consumo energético que intenta autorregular el ambiente interno al margen del clima exterior. La supresión de ventanas o su uso casi simbólico presuponen la disponibilidad indefinida de energía relativamente barata.
Fachada de metal y cristal en Edificio Cadagua. Complejo AZCA de Madrid.

¿Quién vive realmente aquí?
La comunidad humana que ocupa este hábitat no reside en él, la mayoría permanece aquí desde la mañana hasta el inicio de la noche, y sólo en días laborables. Otros seres han encontrado en este paisaje un espacio donde vivir: las ubicuas ratas, el halcón peregrino, gatos asilvestrados, gorriones, mirlos, palomas, urracas…Y, por supuesto, una ignota fauna invertebrada de hormigas, cucarachas, chinches de campo y especies de pulgones, mariposas o abejorros que acuden al reclamo de las plantas en el desierto de hormigón.

Jardines y acceso a Torre Picasso.


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CALENDARIO NATURAL. Octubre

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CALENDARIO  NATURAL. Octubre (Revista Natura, 1984)


 OCTUBRE  
Mes en que el otoño hace gala de todos sus atractivos: tiempo agradable, abundancia de frutos y sorprendente colorido en los bosques. Continúan las migraciones de las aves. Estupendos días para salir al campo.
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Zorzales atrapando pequeños animalillos en el suelo. 

Florece la posidonia…¡Una flor bajo el mar! 

“Por San Cebriano castaña en mano” 

La hiedra muestra sus flores. 

Comienza el celo para los muflones

Encontraremos la falsa oronja, seta de los duendes. 

En algún río norteño desovan los salmones

Fructifica el muérdago sagrado de los celtas. 

Nos visitan las grullas, vienen del Norte. 

Los caracoles se ocultan para hibernar. 

Las truchas inician la freza. 

Con frutos de enebro común podemos hacer ginebra casera. 

Algunos autillos emigran a África. 

En las praderas florecen azafranes silvestres o crocos. 

Llegan palomas del centro y norte de Europa. 

Las hayas proporcionan ricos hayucos. 

Amarillean los chopos

Hiberna la mariposa limonera

Nace la última camada de conejos

Ya se puede recoger los primeros madroños

Los acebos se adornan con el rojo de sus frutos. 

Ciertos insectos desaparecen, otros se cobijan. 

Probemos los escaramujos del rosal silvestre

Se secan las flores del venenoso estramonio

La ardilla almacena alimentos en su refugio. 

Concluye el paso a África del aguilucho cenizo

En los abedules brotan yemas para la primavera. 

Las ortigas pierden la flor. 

El chochín se resguarda en bosques y setos.


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LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL AIRE en alta montaña

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El día fue radiante, muy templado, pero al bajar el sol se heló súbitamente el aire de la alta montaña…

Ese aire, tan insoportablemente leve.


La alta montaña es territorio elevado a capas superiores de la atmósfera. Un estiramiento vertical del paisaje por la troposfera, capa de la atmósfera que se alza hasta 8.000 m sobre los polos y 16.000 m sobre el ecuador. En esa franja se almacena más del 75 % del aire del planeta y se registra la mayor parte de la actividad meteorológica atmosférica.


Paisaje de alta montaña. Pirineo aragonés.

Ascendiendo por la troposfera disminuye la presión atmosférica (menos masa de aire sobre nuestras cabezas), por tanto: el aire pierde densidad y se vuelve más frío en las alturas. Aunque mantenga los mismos gases y proporción que en tierras bajas, el aire de alta montaña contiene menos moléculas de cada gas y ello comporta carencias, contrastes y condiciones ambientales extremas…


Paisaje de puna en los Andes (3.800-4.000 m). Perú.


AIRE PURO DE MONTAÑA 
Dicen que en la montaña “se respira aire puro”, pero siendo menos denso es más pobre en oxígeno. Esto causa un serio trastorno en organismos humanos no habituados: el mal de altura, mal de páramo, soroche, apunamiento o mal agudo de montaña (MAM).


Mujer pastoreando vicuñas (Vicugna vicugna) a más de 3.000 m en altiplano de Perú.

En el mundo 40 millones de personas habitan por encima de los 3000 m. A esa altitud, para respirar y vivir con normalidad cualquier mamífero –sea humano o vicuña de los Andes (Vicugna vicugna)- debe desarrollar importantes adaptaciones fisiológicas

  • Aumento de la cantidad de aire inhalado (más capacidad pulmonar) para compensar la falta de oxígeno.
  • Aumento de la sangre bombeada por minuto (un corazón más grande).
  • Aumento de la eficiencia de la sangre para captar oxígeno de la respiración y transferirlo al organismo.

Altiplano a 4.910 metros sobre el nivel del mar, al fondo Ampato (6.288 m) y Sabancaya (5.976 m). Andes. Perú.


AMBIENTE SECO 
El viento es uno de los meteoros más comunes en alta montaña, incluso a escala local se genera un régimen diario de brisas de ladera, alternativamente ascendentes y descendentes. De día el sol caldea las pendientes volviendo más liviano su aire, que asciende montaña arriba. Al caer la tarde y durante la noche el aire se enfría en las alturas y desciende hacia el fondo de los valles.


Enebro enano o alpino (Juniperus communis subsp. nana). Sierra de Guadarrama.

Viento o brisas aceleran la evaporación del agua en las hojas de las plantas. Una adaptación eficaz ante la deshidratación es reducir la superficie foliar a la manera de las pequeñas agujas del enebro alpino (Juniperus communis subsp. nana). Un paso más es reemplazar hojas por tallos verdes, como los del piorno serrano (Cytisus oromediterraneus) o una efedra (Ephedra gerardiana) que crece desde los 2.400 a 5.000 metros sobre el nivel del mar, entre Afganistán y Bután.


Ramitas de piorno (Cytisus oromediterraneus). 
Sierra de Guadarrama.


Efedra (Ephedra gerardiana) a más de 4.000 m. 
Himalaya. Nepal.

Al efecto desecante del viento se añade la propia sequedad del aire de alta montaña, variable según latitud y climas locales. Mientras en una costa el aire puede tener una humedad relativa del 100%, a 4.000 metros -con una presión atmosférica reducida casi a la mitad- el aire sólo contiene un 25% de ese vapor de agua…Y aunque las nubes precipitan agua en la alta montaña no queda disponible para las plantas cuando se transforma en nieve o hielo.


Paisaje de alta montaña. Pirineo catalán.


FRÍO PARALIZANTE
La levedad del aire está asociada al frío que paraliza la Vida en alta montaña gran parte del año. Temperaturas inferiores a 6ºC vuelven muy lento el desarrollo vegetal, que se detiene alrededor de los 0ºC. El frío de las alturas acorta el tiempo de crecimiento o período vegetativo de las plantas, limitado a tres meses en ambientes alpinos del Pirineo (2.400 a 2.900 m)


Paisaje de alta montaña. Pirineo aragonés.


Entre los remedios vegetales contra el frío destacan el diseño pulviniforme y las rosetas. El diseño pulviniforme es semejante a un iglú o a una almohadilla, recibe los rayos solares y acumula esa energía en el interior pudiendo registrar el centro de la planta hasta 15ºC más que la temperatura ambiente. Magníficos ejemplos son la yareta (Azorella compacta) de los altiplanos andinos o punas y la saxífraga pubescente (Saxifraga pubescenes subsp. iratiana) que alcanza los techos del Pirineo muy por encima de la cota 3.000 m


Yareta (Azorella compacta) a más de 4.500 m en los Andes. Perú.


Saxífraga pubescente (Saxifraga pubescenes subsp. iratiana) a 3.000 m. Pirineo aragonés.


El diseño en roseta capta y acumula también el calor de los rayos solares. Esto funciona en las pequeñas rosetas de siemprevivas (género Sempervivum) de las montañas ibéricas y también en las grandes rosetas columnares de los senecios gigantes del Monte Kenia (Dendrosenecio keniensis, Dendrosenecio keniodendron) que llegan a vivir a más de 4.000 m de altitud.


Rosetas de siemprevivas (Sempervivum tectorum). Pirineo Aragonés.



Senecio gigante (Dendrosenecio keniodendron) a unos 4.000 m de altitud. Monte Kenia.








CONTRASTE DE TEMPERATURAS
Los rayos solares calientan el suelo de la alta montaña y éste caldea el aire próximo, no obstante tarda más en calentarse dada su escasa densidad. Por el contrario se enfría con rapidez entre la puesta del sol y el alba. Esto facilita secuencias diarias de hielo-deshielo que afectan a la fragmentación del roquedo (gelifracción) y al deslizamiento y aterrazamiento de los suelos (gelifluxión).


Gelifracción del roquedo. Sierra de Guadarrama.


Microterrazas del suelo por gelifluxión. Sierra de Guadarrama.


Además, acentúa diferencias térmicas entre zonas de sol y sombra (solana y umbría) que se hacen evidentes en la persistencia de la nieve o el hielo, la composición de la flora y la distribución de la vegetación.


Sol en Los Galayos. Gredos.


EXPOSICIÓN A LAS RADIACIONES
En altura el aire pierde eficacia como filtro de los rayos solaresUV-A y UV-B. Sus consecuencias incluyen quemaduras en la piel sin haber notado calor o lesiones en los ojos por falta de protección. Los efectos perniciosos aumentan en presencia de nieve ya que refleja un 75-90% de la irradiación.


Siemprevivas (Sempervivum vicentei subsp. paui), en su hábitat. 
Sierra de Guadarrama.


Dada su inmovilidad, las plantas altimontanas quedan más expuestas a riesgos como el exceso de oxidación o alteraciones genéticas del ADN por radiación UV-B. Para evitarlo suelen ser plantas de pequeño tamaño reduciendo así la superficie exhibida. Algunas aumentan el grosor de las hojas obstaculizando la penetración de los rayos. Otras producen más cantidad de compuestos (fenoles, flavonoides) que absorben la radiación filtrándola. También las hay que se cubren de sustancias céreas protectoras. Y no faltan las que se forran de una lanilla blanca que refleja los rayos solares y las libra tanto de la insolación como del recalentamiento y la deshidratación, además de aislarlas en cierta medida del aire frío y los vientos. Entre estas últimas figuran especies tan emblemáticas de la alta montaña como el edelweiss (Leontopodium alpinum) y la estrella de las nieves (Plantago nivalis), endemismo de Sierra Nevada.


Edelweiss o flor de nieve (Leontopodium alpinum). Pirineo aragonés.


Estrella de las nieves (Plantago nivalis) a 3.000 m. Sierra Nevada. 



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