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NOVIEMBRE
En este mes se inicia el declive del otoño. Aves invernantes se suman a las que quedaron. Persisten los últimos frutos y surge una gran variedad de hongos. Hay un agradable veranillo por San Martín.
Maduran los frutos del arrayán.
Las mariquitas inician su reposo invernal.
Los cardos corredores ruedan empujados por el viento.
Ánsares procedentes del Norte invernan en la Península.
Con la humedad otoñal los musgos recobran su verdor.
En el mar desova la bocablanca, un pequeño tiburón.
Parada nupcial de los rebecos.
Bandadas de estorninos en los olivares.
Champiñones silvestres salpican praderas y pastos.
Veranillo de San Martín. Demos un paseo por el campo.
Llegó su turno a los amores del jabalí.
Caen bellotas de las encinas. Plantemos unas cuantas.
Petirrojos, verderones, herrerillos y carboneros en el bosque.
Con el celo se reúnen rebaños mixtos de gamos.
Los hayedos se tornan violáceos tras la caída de la hoja.
Se ve gaviotas reidoras en ríos y embalses del interior.
Rebozuelos y níscalos para cocinar una deliciosa setada.
Emparejamiento del pato colorado, un elegante buceador.
Las chirivitas, margaritas de otoño, florecen en los prados.
Sobre los cardos, grupos de jilgueros picotean las semillas.
Marismas y charcas albergan poblaciones de pato cuchara.
Bayas y frutillos no serán despreciados por el erizo.
Luce el lobo su pelaje invernal.
En los acantilados costeros invernan los frailecillos.
Maduran las piñas de pinos y abetos.
Resuenan en las montañas los testarazos del macho montés.
Las lluvias de otoño vivifican los regatos.
“Por Santa Catalina, todo su aceite tiene la oliva”.
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CALENDARIO NATURAL. Noviembre (Revista Natura, 1984)
NOVIEMBRE
En este mes se inicia el declive del otoño. Aves invernantes se suman a las que quedaron. Persisten los últimos frutos y surge una gran variedad de hongos. Hay un agradable veranillo por San Martín.
Maduran los frutos del arrayán.
Las mariquitas inician su reposo invernal.
Los cardos corredores ruedan empujados por el viento.
Ánsares procedentes del Norte invernan en la Península.
Con la humedad otoñal los musgos recobran su verdor.
En el mar desova la bocablanca, un pequeño tiburón.
Parada nupcial de los rebecos.
Bandadas de estorninos en los olivares.
Champiñones silvestres salpican praderas y pastos.
Veranillo de San Martín. Demos un paseo por el campo.
Llegó su turno a los amores del jabalí.
Caen bellotas de las encinas. Plantemos unas cuantas.
Petirrojos, verderones, herrerillos y carboneros en el bosque.
Con el celo se reúnen rebaños mixtos de gamos.
Los hayedos se tornan violáceos tras la caída de la hoja.
Se ve gaviotas reidoras en ríos y embalses del interior.
Rebozuelos y níscalos para cocinar una deliciosa setada.
Emparejamiento del pato colorado, un elegante buceador.
Las chirivitas, margaritas de otoño, florecen en los prados.
Sobre los cardos, grupos de jilgueros picotean las semillas.
Marismas y charcas albergan poblaciones de pato cuchara.
Bayas y frutillos no serán despreciados por el erizo.
Luce el lobo su pelaje invernal.
En los acantilados costeros invernan los frailecillos.
Maduran las piñas de pinos y abetos.
Resuenan en las montañas los testarazos del macho montés.
Las lluvias de otoño vivifican los regatos.
“Por Santa Catalina, todo su aceite tiene la oliva”.
