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CALENDARIO NATURAL. Noviembre

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CALENDARIO  NATURAL. Noviembre (Revista Natura, 1984)


 NOVIEMBRE  
En este mes se inicia el declive del otoño. Aves invernantes se suman a las que quedaron. Persisten los últimos frutos y surge una gran variedad de hongos. Hay un agradable veranillo por San Martín.


Maduran los frutos del arrayán

Las mariquitas inician su reposo invernal. 

Los cardos corredores ruedan empujados por el viento. 

Ánsares procedentes del Norte invernan en la Península. 

Con la humedad otoñal los musgos recobran su verdor. 

En el mar desova la bocablanca, un pequeño tiburón. 

Parada nupcial de los rebecos

Bandadas de estorninos en los olivares. 

Champiñones silvestres salpican praderas y pastos. 

Veranillo de San Martín. Demos un paseo por el campo. 

Llegó su turno a los amores del jabalí

Caen bellotas de las encinasPlantemos unas cuantas. 

Petirrojos, verderones, herrerillos y carboneros en el bosque. 

Con el celo se reúnen rebaños mixtos de gamos

Los hayedos se tornan violáceos tras la caída de la hoja. 

Se ve gaviotas reidoras en ríos y embalses del interior. 

Rebozuelos y níscalos para cocinar una deliciosa setada. 

Emparejamiento del pato colorado, un elegante buceador. 

Las chirivitas, margaritas de otoño, florecen en los prados. 

Sobre los cardos, grupos de jilgueros picotean las semillas. 

Marismas y charcas albergan poblaciones de pato cuchara

Bayas y frutillos no serán despreciados por el erizo

Luce el lobo su pelaje invernal. 

En los acantilados costeros invernan los frailecillos

Maduran las piñas de pinos y abetos

Resuenan en las montañas los testarazos del macho montés

Las lluvias de otoño vivifican los regatos. 

“Por Santa Catalina, todo su aceite tiene la oliva”.


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LUZ DE OTOÑO en el alto Pirineo

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La luz de otoño es convenientemente oblicua, y por ello muy fotogénica. 

Aún más a primeras horas de la mañana o cerca del ocaso. 
Aún más en la gama cromática de los bosques mixtos compuestos por especies caducifolias y perennifolias. 
Aún más en el catálogo de los paisajes verticales de montaña
Y más aún en el aire limpio del alto Pirineo...

La luz de otoño es patrimonio de la Tierra y regalo para la Humanidad.

 Luz de otoño en abedul (Betula pendula). Pirineo aragonés.

Luz de otoño en serbales de cazadores (Sorbus aucuparia). Pirineo aragonés.


 Luz de otoño en laderas boscosas. Pirineo aragonés.

Luz de otoño en guillomos (Amelanchier ovalis) y álamos temblones (Populus tremula). 
Pirineo aragonés.

 Luz de otoño en bosque mixto. Pirineo aragonés.

Luz de otoño en bosque mixto. Pirineo aragonés.


 Luz de otoño en bosque mixto. Pirineo aragonés.

Luz de otoño en hayedo (Fagus sylvatica). Pirineo aragonés.


 Reflejos de luz de otoño en bosque mixto y agua. Pirineo aragonés.



Para interesados en las condiciones que influyen en el colorido otoñal:
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CALENDARIO NATURAL. Diciembre

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CALENDARIO  NATURAL. Diciembre (Revista Natura, 1984)


 DICIEMBRE  
Llega el invierno. Los mamíferos se visten de espeso pelaje o hibernan. Difícilmente se encuentra flores o frutos y la nieve blanquea las altas cumbres.


Melojos y quejigos conservan las hojas secas. 

Grandes bandos de avefrías frecuentan las tierras de labor. 

Examinemos con una lupa los cristales de escarcha

En las riberas sorprendemos a la rata de agua

Los árboles deshojados nos descubren muchos nidos

Sobre los campos revolotean bandadas de pardillos

Recolecta, sin abusar, la jugosa raíz del regaliz

La montaña pirenaica guarda el sueño de la marmota

Verdea un humilde helecho de roca: la doradilla

En alta mar se zambullen los alcatraces

Fructifica el rusco en lo más umbrío del encinar. 

Pinceles invernales adornan las orejas de la ardilla

Entre los troncos del bosque encontramos al trepador azul

Desovan los besugos en nuestros mares. 

Enterradas en el suelo maduran las trufas

Cerca de los pueblos merodean garduñas

Machos de somormujo lavanco disputan su territorio. 

Cayó la cuerna del corzo

Angulas iniciando su singladura fluvial en la desembocadura. 

El día más corto del año. Entró el invierno

Oigamos el crujido de la tierra tras una fuerte helada

Ahora los armiños son blancos. 

Bajo la nieve montana corretean los topillos nivales

Dormitan en su osera los osos ibéricos. 

El zorro delimita su zona con ladridos. 

En las cavernas hibernan los murciélagos

Frutos plumosos de la clemátide, un bejuco soteño. 

Grajas y cornejas visitan las tierras y campos labrados. 

San Silvestre, un santo muy natural, despide el año.


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AÑO NUEVO 2014 (- Recortes + Regalos)

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PAZ y LIBERTAD a toda la gente de buena voluntad. 
A esa gente que aguanta lo inaguantable
esperando no desesperarse más. 

Paz, libertad y también: PAN, para llevarse a la boca. 

…Y un pedacito de sonrisa, envuelta para regalar.





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PIPKRAKE. Cuando la tierra pare agujas de hielo

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En noches invernales serenas y despejadas se registran heladas fuertes en las montañas ibéricas y tierras altas del interior. Si el suelo contiene suficiente humedad se congela y puede emitir agujas de hielo al exterior. Estas agujas se denominan también pipkrakes, algo así como “tubos finos” en sueco. A cero grados centígrados o menor temperatura los cristales helados se mantendrán visibles todo el día siendo más evidentes en cortes del terreno, como bordes y taludes de caminos.

Agujas de hielo (pipkrake) de unos 5 cm de longitud observadas a las 10h 50’ 
a unos 1000 m de altitud en la Pedriza Anterior (Sierra de Guadarrama).


La blancura de este hielo entreverado recuerda al permafrost, el hielo subterráneo de los suelos circumpolares, aunque allí permanece todo el año bajo el terreno.


















Pedriza Anterior y Cuerda Larga (Sierra de Guadarrama), ambientes propicios para formación de agujas de hielo (pipkrake). 



En nuestras latitudes, la formación de agujas de hielo (pipkrake) requiere una temperatura del aire inferior a 0º C mientras que el suelo ha de superar esos 0º C. En tales condiciones la humedad superficial cristaliza y presiona sobre el agua que hay debajo. Esto sucede en una escala muy pequeña siendo los conductos por los que asciende el hielo tan finos como cabellos (capilaridad) agrupados en haces filamentosos. El hecho de que las agujas de hielo presionen sobre el agua del terreno se debe a que el hielo adquiere más volumen y menos densidad que el agua líquida (cuya máxima densidad surge a 3,8 °C y 1 atmósfera de presión).

Agujas de hielo (pipkrake) de unos 5 cm de longitud. 

En función de lo fría que resulte la temperatura exterior y de la temperatura y humedad del suelo, los cristales seguirán empujando sobre el agua del sustrato y elevándose hasta una altura que varía desde unos milímetros hasta 40 centímetros. La altura tiene su importancia porque los cristales elevan granos y partículas del terreno, y tras la fusión del hielo los desprenden. La repetición de esta fluctuación hielo-deshielo altera el microrrelieve del suelo y contribuye a erosionarlo en las pendientes.


Agujas de hielo (pipkrake) elevando el terreno.


Este es un fenómeno común en ambientes periglaciares. En paisajes invernales de alta montaña, no cubiertos de nieve, es posible escuchar un sordo crujido: es el crepitar de la tierra pariendo agujas de hielo. 

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EL SERBAL, EL SORBITOL y LA INTOLERANCIA

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LOS FRUTOS DEL SERBAL
En pleno invierno sorprende la abundancia de frutos en el serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), conservados perfectamente a la intemperie y dispuestos para servir de alimento a mirlos, zorzales…y hasta 60 especies de aves en Europa, además de zorros, tejones, osos, martas o garduñas. 

El sabor de esos frutos no resulta agradable hasta pasadas las primeras heladas. Entonces se vuelven más dulces gracias a que aumenta su contenido en compuestos azucarados como el sorbitol, que actúan de anticongelante en el fruto. Fue el químico agrícola francés Boussingault quien halló la presencia de este polialcohol de azúcar en el serbal de cazadores y desde entonces se conoce como sorbitol (de Sorbus, género de los serbales). 

Tanto el sorbitol como el ácido parasórbico de los frutos de serbal de cazadores tienen propiedades laxantes, lo que constituye una cierta garantía en la dispersión de las semillas de estos arbolitos.
Ramas de serbal de cazadores (Sorbus aucuparia) con frutos en invierno.


EL SORBITOL y el E-420
El sorbitol existe de modo natural tanto en los frutos del serbal como en otros más comunes en nuestra dieta (manzana, pera, cerezas, melocotones…). Igualmente lo contienen las hojas de algunas plantas de las familias Rosáceas y Plantagináceas, y las algas rojas…Pero también llega a nuestro organismo fabricado industrialmente mediante hidrogenación de la glucosa. Este sorbitol se utiliza como humectante, emulsionante, estabilizante o edulcorante y está incrementando su presencia en productos de alimentación que se consumen a diario: dietéticos “sin azúcar”, panadería, bollería, confitería, pastelería, helados…y en algunos medicamentos. Como aditivo también se registra en las etiquetas con la referencia E-420

Sorbitol industrial, empleado como aditivo o excipiente.


LA INTOLERANCIA AL SORBITOL
Es posible que numerosas personas sufran a diario las desagradables consecuencias de ingerir más sorbitol del soportable. Me refiero, por ejemplo, a una súbita diarrea flatulenta que puede sobrevenir una media hora después de haber ingerido el desayuno. Aun no descartando otras causas debe considerarse la intolerancia al sorbitol. Nuestro organismo metaboliza lentamente este compuesto y la mayoría de las personas son intolerantes a partir de una dosis de 10 gr. Si junto con el sorbitol que puede contener el bizcocho o las magdalenas del desayuno se ingiere frutas o sus zumos, que contienen fructosa, los problemas aumentan pues el sorbitol dificulta la absorción de la fructosa (que normalmente no es tolerada por un 40% de los humanos). 

El sorbitol no absorbido en el intestino delgado pasa a fermentar en el intestino grueso y provoca una irritación que concluye en diarrea. Liberado el intestino desaparece la irritación...hasta volver a ingerir suficiente sorbitol. 

Posiblemente esta indeseable reacción por mala absorción intestinal del sorbitol no ha sido suficientemente detectada entre la población. La mejor manera de prevenirla es leer cuidadosamente las listas de ingredientes en los productos y evitar aquellos que lo contienen.
Serbal de cazadores (Sorbus aucuparia) con frutos.


…Y A PROPÓSITO DEL SERBAL DE CAZADORES
No suele elevarse más de 10 m. Es un arbolillo de hoja caduca, copa redondeada, y hojas compuestas por 10 a 14 hojuelas en forma de punta de lanza, con bordes aserrados, que en otoño pueden llegar a tomar un color rojo anaranjado muy llamativo. 

Frutos poco mayores que un guisante, rojo vivo o rojo anaranjado, que comban las ramitas según maduran hacia septiembre u octubre. 

Se distribuye por la mayor parte del territorio europeo, por el oeste y norte de Asia. Alcanza Islandia y Groenlandia. En la Península Ibérica aparece con más frecuencia en montañas de la mitad norte, y tiene alguna presencia en Sierra Nevada. 

El nombre científico del serbal de cazadores es Sorbus aucuparia. Sorbus se relaciona con el término céltico sor, duro, y con mel, manzana. Mientras que aucuparia procede del latino aucupor, cazar aves, pues sus frutos se emplearon tradicionalmente de reclamo para cazarlas.

Serbal de cazadores (Sorbus aucuparia). Hojas de otoño.


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HISTORIAS DE ROLLOS de nieve

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Rodillo de nieve (snow roller). Pirineo aragonés.


Valle de Benasque, 24 de febrero de 1998
A las 13h 30’ fotografio en el fondo de valle, a una altitud de 1.500 m, un insólito rodillo de nieve de unos 25 cm de diámetro producido de modo natural, sin rastro humano alrededor. 

La noche anterior hubo ventisca fuerte, “como los inviernos de antes” según comentaron en el pueblo. Este extraño objeto surgió en esa nieve de ventisca, nieve polvo muy ligera, porosa y algo húmeda y por ello con cierta capacidad plástica para ondularse y enrollarse. El viento moderado, a veces con rachas más fuertes, lo empujó por una suave pendiente. En su descenso adquirió mayor volumen y peso al rodar por una nieve tan especial asentada sobre otra capa inferior de nieve dura o helada. Y rodando ahondó un carril lineal y ondulado que lo modeló definitivamente como cilindro, no como esfera. Las sorprendentes ondulaciones parecen responder al empuje del rodillo contra la nieve, proceso similar a la aparición de pliegues cuando tropezamos con una alfombra muy ligera.

Finalmente el exceso de peso, la falta de viento o un obstáculo bajo la nieve frenaron al rodillo que luego se partió. Así lo encontré.

A las dos horas de fotografiarlo la temperatura subió lo suficiente como para fundirlo.
Rodillo de nieve (snow roller). Pirineo aragonés.


11 años después a 8.400 km de distancia
Tim Tevebaugh pudo contemplar y fotografiar en el estado de Idaho (EEUU) algo más increíble: un campo de rollos de nieve de entre 30 y 60 cm de diámetro. Allí reciben el nombre de snow rollers, o incluso rosquillas o donuts de nieve, debido a que en su centro queda un agujero cuando desaparecen las capas internas, mucho más finas.

Este fenómeno nival, poco común, resulta más fácil de observar en algunas zonas de Norteamérica, aunque no sólo se produce allí.


Y a 32 km de distancia
Ese mismo invierno de 2009, Ramón Baylina y Conchi Ciurana fotografiaron en el Puerto de La Bonaigua (a unos 32 km de Benasque en línea recta) otros rollos de nieve o alfombras rodantes, nombre que reciben en el Pirineo de Lérida.

Rodillo de nieve (snow roller). Pirineo aragonés.




RECETA del RODILLO DE NIEVE
Los rodillos de nieve son considerados una rareza. Su formación requiere una lista de condiciones meteorológicas muy precisas: 

-Una capa inferior de hielo o de nieve helada. 

-Una ligera capa superior de nieve polvo húmeda. 

-Temperatura del aire entre 0ºC y 1 ºC 

-Velocidad del viento próxima a 40 km/h 



IMÁGENES DE RODILLOS DE NIEVE: 
http://www.wrh.noaa.gov/otx/photo_gallery/snow_rollers.php 
http://www.tiempo.com/ram/4347/alfombras-rodantes-y-nieve-en-el-puerto-de-la-bonaigua-31-enero-2009/ 
http://pop-picture.blogspot.com/2013/11/rodillos-de-nieve-un-extrano-fenomeno.html



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ECOLOGÍA de ALUDES en el Pirineo

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Montaña y canales de alud. Pirineo aragonés

En febrero de 1996 pude comprobar por primera vez en mi vida el efecto devastador de los aludes o avalanchas de nieve, en el Valle de Benasque (Pirineo aragonés). Los aludes de aquel invierno fueron los más importantes que se han registrado en la cordillera pirenaica desde 1971-72 hasta hoy.

Aquella oportunidad me movió a preguntarme por sus causasy consecuencias, a seguirlos en el tiempo, a indagar sobre sus efectos en los paisajes y ecología de la alta montaña…
Aludes de ladera. Pirineo aragonés

Aludes de ladera y de canal
Laderas amplias cubiertas total o parcialmente de pastos y corredores abiertos en el sustrato rocoso constituyen los principales escenarios naturales de las avalanchas de nieve. El riesgo de estos enclaves se incrementa cuanto mayor sea la pendiente y mejor orientada para recibir nieve.

Izquierda: claros de pinar abiertos por aludes. Pirineo francés


Los grandes aludes de ladera pueden despejar terrenos boscosos abriendo calveros longitudinales en su recorrido, mientras los aludes de canal transcurren encajados por su lecho. No obstante, en la variada morfología de la montaña es fácil que se combinen laderas y canales en el descenso de un mismo alud.
Centro inferior: gran claro abierto por alud de ladera en 1996. Foto realizada en 2011. Pirineo aragonés


Dinámica ecológica tras un alud de ladera
El mayor alud de ladera que he observado en el Pirineo (Benasque, febrero-1996) se llevó por delante un bosque mixto de caducifolias y coníferas incluyendo portentosos abetos (Abies alba), que fueron mutilados, tronchados o arrastrados hasta el fondo del valle. No obstante, los tocones y raíces del propio bosque evitaron que el suelo fuera arrasado haciendo más factible su recuperación.

Árboles afectados por alud. Pirineo aragonés


Al año siguiente (agosto 1997) la vegetación se recuperó de modo espectacular. Los arbolitos más flexibles, que lograron quedar en pie, brotaron con vigor. Lo mismo sucedió con árboles algo mayores, aunque jóvenes, que tumbó la avalancha. Algunas especies emitieron vástagos nuevos de cepa, mientras otras renacieron de semilla. Un verde nuevo y alegre emergió entre los restos orgánicos de suelo y madera. Otro año más (julio-1998) y algunos retizos de árbol duplicaron su talla, entre todas las leñosas destacaron los pujantes rebrotes de los avellanos (Corylus avellana).

Transcurridos 10 años (octubre-2006) la vegetación arbustiva y arbórea siguió recuperando el lugar con predominio de caducifolias que crecieron muy espesas alzando hasta 2 y 3 m por la entrada de luz en aquel claro forestal de orientación N.O. Los abetos, sin embargo, aún tardarán medio siglo en recuperar parte de su esplendor.

Tronco de abeto (Abies alba) seccionado por un alud. Pirineo aragonés

Fajas y canales de alud en Ordesa. Pirineo Aragonés


La particular dinámica de los canales de alud
En general, los canales de alud son alimentados desde una zona superior más abierta que desprende nieve, ésta pasa veloz por el canal hasta abrirse curso más abajo, en una ladera abierta o en el fondo de valle donde se acumula –a veces portando restos de leñosas, suelo, o piedras- en un cono de deyección. Su aspecto se asemeja al de los torrentes pirenaicos, aunque por estos canales no suele bajar agua en verano.

Canales de alud en verano. Pirineo aragonés

El deslizamiento de nieve por los canales de alud depende de su inclinación, de la cantidad de nieve…y de la vegetación que pueda crecer en el lecho y bordes del canal.


Canales de alud al inicio de primavera. Pirineo aragonés


Detalle de canales de alud entre bosque de pino negro (Pinus uncinata). Pirineo aragonés


Hasta el invierno de 1995-1996 se sucedieron 23 años sin grandes aludes (desde la temporada 1971-72) dando tiempo a que en los canales se pudieran asentar abedules (Betula sp.) y en sus orillas el pino negro (Pinus uncinata). En consecuencia, árboles que afianzan la sujeción de nieve. Pero las abundantes nevadas del inicio de 1996 sobrepasaron la capacidad de carga nival de esos corredores arrastrando vegetación y en ocasiones hasta el incipiente suelo. Por debajo de los canales las avalanchas debieron salir como por un tobogán, muy aceleradas por la pronunciada pendiente, recreciendo la masa de nieve al arrasar y arrastrar consigo la diversa mezcla de frondosas y coníferas que caracteriza los bosques de los altos valles pirenaicos.

A partir de entonces no se ha repetido un lapso tan largo entre grandes aludes. Desde 1996 la descarga de avalanchas importantes ha fluctuado en ciclos más breves (de 6 y de 9 años) insuficientes para que la vegetación leñosa reconquiste los tramos altos de los canales de alud. Al quedar despejados de vegetación la nieve desliza por ellos con más facilidad y frecuencia, con menor volumen y velocidad.

Canales de alud en verano. Pirineo aragonés

MÁS SOBRE ALUDES:

APUNTES DEL PAISAJE: costa cántabra

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PENÍNSULA CON VOCACIÓN DE ISLA

(1) Avanzadilla de la costa rocosa. Muy expuesta a la acción erosiva del oleaje, constituye la punta de un pequeño cabo que se adentra en el mar. Aunque unida al perfil litoral por un estrecho istmo ecológicamente funciona casi como islote, como delata su perímetro: modelado por olas que han suavizado el relieve hasta asemejarlo con el lomo de una ballena. Sólo persiste vegetación en su zona más alta, el resto de la superficie sufre la salpicadura del agua salada, factor muy limitante para las plantas.

(2) El pequeño corredor rocoso que conecta la península al resto de la costa (istmo) sufre un acelerado desgaste por ambos laterales. Su tramo central más bajo se ubica dentro de la franja de la zona mareal, de modo que queda prácticamente cubierto por las aguas aislando a su península dos veces cada 24 horas, 50 minutos y 28 segundos (día lunar).


ZONA MAREAL

(3) Diferencia de los niveles alcanzados por el agua entre las mareas alta y baja. Se percibe especialmente en estos roquedos calizos por una franja oscura totalmente expuesta durante la bajamar. La máxima oscilación entre el nivel de la marea alta y el de la baja es de 4,5 m y se registra durante las mareas vivas (Luna llena o Luna nueva), especialmente en las coincidentes con la entrada de la primavera (equinoccio de primavera) en marzo.














¿A DÓNDE LLEVA ESE CAMINO?

(4) Aparentemente a ninguna parte y sin embargo es importante. La civilización del automóvil goza de acceso preferente. Buena parte de los visitantes de la zona llegan hasta aquí con sus bártulos playeros. El pueblo cercano se queda pequeño para tanto coche y esta vía permite acercarse más a la costa...caminando lo menos posible. Si el tiempo es lluvioso funciona como atalaya para contemplar el mar sin salir del vehículo.

(5) Obsérvese el emplazamiento del aparcamiento: una altura rocosa cubierta de herbazal a salvo de salpicaduras marinas, tan corrosivas para la vegetación como para la carrocería de los automóviles.


PRADOS Y HUERTOS

(6)Pequeñas parcelas sobre áreas con suelo algo desarrollado. El clima lluvioso, incluso en verano, minimiza los riegos y permite huertos de autoabastecimiento donde mejor tierra hay.

(7) Los prados fueron creados para uso ganadero. Al abandonarse el pastoreo o la siega del heno se observa cambios en el color de la vegetación que se torna parda en invierno, así sucede en los terrenos a la izquierda del camino principal.

OLEAJE

(8) Tres frentes de olas en dirección a la playa. En el primero se rompe la ola y por detrás se percibe turbidez. La energía que desprende la ola al tocar los fondos arenosos hace que éstos se revuelvan. El frente avanza luego con menor intensidad, la ola pierde su energía y se desvanece sobre la rampa de la orilla arenosa. 

Considerando que la mar está en calma con fondos cercanos a la playa algo removidos y siendo muy patente la franja oscura de la zona mareal…puede deducirse que en estos momentos se inicia una nueva subida de la marea.

El Mar Cantábrico sigue el régimen de mareas característico del Océano Atlántico: mareas con dos pleamares y dos bajamares que en un día lunar marcan los niveles máximo y mínimo. Cada marea dura unas 6 horas, siendo el ciclo de subida y bajada de aproximadamente 12 horas.


PLAYA

(9) Formada por aportación de arena mediante el oleaje. Aquí se deposita en un entrante del mar. Los granos gruesos son descargados al borde de la orilla, mientras que los finos alcanzan el interior. Es una consecuencia de la pérdida de energía que sufren las olas cuando acceden al litoral.

(10) La porción de arena oscura indica, frente a la pequeña porción más clara, la superficie de playa que inundan las mareas altas. Aunque quede expuesta al aire la arena contiene un alto grado de humedad que da ese tono oscuro.


DUNA FIJA Y ARENAL DE LADERA
Los vientos dominantes, procedentes del mar, arrastraron la arena hasta formar una duna de considerable altura (11) y un arenal de ladera(12) adosado a una pendiente rocosa. Actualmente sus arenas quedan fijadas por la vegetación aunque la existencia de caminos -incluso de motos- y otras huellas humanas abren brechas inequívocas.

La abundancia de lluvia a lo largo del año favorece el lavado de la arena, que así pierde el alto contenido salino de su superficie. Gracias a un clima atlántico húmedo y suave la vegetación coloniza más rápidamente el sustrato arenoso.

ENTRANTE DE MAR
(13) En la costa cantábrica suelen coincidir con desembocaduras fluviales en rías o estuarios.

CORNISA COSTERA
(14)Zócalo entre el mar y las primeras estribaciones de la Cordillera Cantábrica. En su planicie encuentran asiento pequeños pueblos, prados, huertos y retazos del primitivo bosque de encinas (Quercus ilex subsp. ilex) Las encinas, bajo clima atlántico, quedan asociadas a las rocas calizas que permiten un eficaz drenaje del suelo.

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NAVA...y derivados

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NAVA...y derivados

Para el Diccionario de la lengua española (DRAE) nava es una “tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas” y considera este vocablo una voz prerromana equiparable al vasco naba que nombraría una tierra llana. En concreto, el Diccionario Castellano Vasco Elhuyar lo asimila a llanura, explanada, pradera, valle, hoya o cuenca.

El Diccionario etimológico de la lengua castellana, de J.Corominas, explica que a finales del S.VIII nava significaba “llanura elevada y yerma, rodeada de cerros, en la cual suele concentrarse el agua de lluvia”.

Es este un topónimo de origen prerromano, arraigado en todo el territorio español de lengua castellana o vasca. Fernando González Bernáldez, en su Terminología popular de los humedales, indicaba que son muy frecuentes las designaciones de nava en terrenos graníticos. En ellos, se forman depresiones que pueden llegar a saturarse por aguas subterráneas y que favorecen la aparición de prados húmedos. Según este autor la mayor frecuencia con que se aplica este topónimo se localiza en la provincia de Ávila y en general a lo largo del sistema central entre las cuencas del Duero y el Tajo.

Por nuestra parte podemos apuntar la estrecha relación entre el topónimo nava y el uso ganadero de paisajes poco aptos para la agricultura por el encharcamiento temporal del suelo y su escasa profundidad.

Existen pueblos llamados nava o cualquiera de sus múltiples derivados (naba, navas, naval, navares, navata, navazuelo…) al menos en las provincias de: Orense, Cantabria, Asturias, Navarra, Huesca, Gerona, Barcelona, León, Salamanca, Valladolid, Burgos, Soria, Rioja, Zaragoza, Teruel, Ávila, Segovia, Guadalajara, Madrid, Cuenca, Ciudad Real, Toledo, Cáceres, Badajoz, Córdoba, Jaén, Albacete, Murcia, Huelva, Sevilla, Cádiz, Málaga...y también en Portugal.



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EL MATORRAL EXCLUYENTE: jaras y ládano

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El dulce aliento de la jara pringosa (Cistus ladanifer) impregna algunos paisajes ibéricos en tal abundancia que basta su olor para confirmar otra primavera.

Los jarales de jara pringosa caracterizan amplias extensiones de matorrales mediterráneos andaluces, extremeños, castellanos, portugueses y también de Galicia o Cataluña. Y lo hacen desde hace siglos sin que apenas regenere el primitivo bosque de encinas que anteriormente ocupara esos lugares.
Jaral de jara pringosa (Cistus ladanifer). Sistema central.


En buena parte esto se debe al láudano o ládano: gomorresina excretada por las jaras pringosas que cubre la cara superior de cada hoja actuando como reflectante de las radiaciones solares. Evita así el recalentamiento de las hojas y también retiene en parte el vapor de agua reduciendo la evapotranspiración del follaje. De cualquier forma, cuando el sol cae a plomo en verano, las jaras pringosas cuelgan hacia abajo las hojas para recibir menos sol. En esos momentos el jaral es tan seguro para echarse una siesta como un patio con tanques de gasolina.

Jara pringosa (Cistus ladanifer) en flor.

El ládano convierte los jarales pringosos en una de las comunidades vegetalesmás inflamables de cuantas existen en el planeta. Es fácil que ardan, aunque pasen muchos años sin que ocurra y los arbustos lleguen a crecer hasta dos metros y medio. Tarde o temprano, arden. Sin embargo, el fuego no los afecta negativamente, pues abre claros para la germinación de su infinidad de semillas.

Las jaras pringosas crecen sobre terrenos silíceos en los que el encinar primitivo desapareció o sufrió una drástica regresión. Son suelos alterados por la acción humana (cultivos, pastoreo, quemas…) y expuestos a la erosión y la sequedad. Sustratos que han perdido su capa fértil y en los que impera la jara pringosa gracias también al control biológico que ejerce sobre la germinación de otras semillas.

Monte cubierto por jaral pringoso (Cistus ladanifer). Sistema central.

Se ha comprobado que los suelos de estos jarales contienen compuestos aleloquímicos procedentes del ládano que inhiben la germinación y crecimiento de plantas herbáceas potencialmente competidoras. Estas sustancias se corresponden con las contenidas en las hojas de las jaras pringosas, que tampoco favorecen a los microorganismos descomponedores a juzgar por cómo se acumulan durante años en reseca hojarasca.

El ládano, además, ejerce otra función estratégica para la jara pringosa: sus componentes tóxicos flavonoides mantienen a raya a los herbívoros.

Jara pringosa (Cistus ladanifer) en flor.

Así pues, perfumados jarales son lo único que dan de sí numerosos terrenos sometidos al triunfo absoluto del jaral pringoso. Un matorral excluyente, que sólo cede ante el fuego…para volver con fuerza.

Flor de jara pringosa (Cistus ladanifer) variedad de las cinco llagas.



MÁS SOBRE JARAS PRINGOSAS y otras:

ISLAS DE NIEVE: neveros

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Entre finales de primavera y principios de verano irrumpe el deshielo en las altas montañas ibéricas. Vestigios de nieve persisten aislados un tiempo más en heleros, ventisqueros y neveros siendo los dos últimos más comunes en paisajes ibéricos de alta montaña mediterránea.

Nevero formando una cornisa junto a cordal cimero. Picos de Urbión.

El emplazamiento de un nevero no es casual, como puede confirmarse año tras año. La nieve se acumula y persiste apelmazada más fácilmente en depresiones del terreno ubicadas a sotavento (opuestas a la dirección de los vientos dominantes). Además, el lugar ha de tener una orientación favorable (generalmente Norte o Este) para evitar una insolación excesiva. Otros enclaves propensos a la formación de neveros se hallan allí donde descargan los aludes.



Nevero de alud. Pirineo aragonés.

En consecuencia, el suelo en que se asienta un nevero está relativamente abrigado del frío invernal (la nieve es aislante) y no suele recalentarse en verano. De hecho, el sustrato se diferencia de los circundantes por su mayor proporción en materia orgánica y humedad, aunque en las montañas mediterráneas esa humedad pueda desaparecer completamente en el estío.

Insecto y depósitos de plancton aéreo sobre nieve. Pico del Nevero. Sierra de Guadarrama.

En primavera y verano se acumula materia orgánica en los neveros puesto que la menor temperatura de la nieve respecto al aire diurno los transforma en succionadores de polvo atmosférico y decantadores de plancton aéreo. Incluso habitan aquí microorganismos que conforman el crioplancton siendo uno de ellos el alga Chlamydomonas nivalis, propia de las altas montañas del mundo y casquetes de hielo polar, que soporta temperaturas de -36ºC y muere a +4ºC

Mariquita (Coccinella septempunctata) en nieve. Peñalara. Sierra de Guadarrama.

Con el progresivo aumento de las temperaturas proliferan los insectos en tierras bajas y los vientos de ladera elevan infinidad de ellos hasta la alta montaña. Por ello resulta habitual hallar mariquitas, chinches, arañas y otros invertebrados sobre la nieve de los neveros La luminosidad nívea también parece atraerlos. Pero pocos perviven en este frío microambiente, entre ellos destacan las pulgas de nieve (colémbolos) que se alimentan de polen y restos orgánicos.

Araña (Pisaura mirabilis) e insecto sobre nieve. Dos Hermanas-Peñalara. Sierra de Guadarrama.

Esa importante presencia de animalillos en la nieve merece ser explotada por algún depredador y así se entiende, por ejemplo, la presencia de una especie de araña (Pisaura mirabilis) sobre la nieve a más de 2.200 m en la Sierra de Guadarrama o del insecto carábidoPeryphus pyrenaeus que habita junto a neveros pirenaicos. También hay aves que aprovechan estas manchas de nieve a veces repletas de invertebrados, prueba de ello es el nombre de “nevero” con que se conoce en Sierra Nevada al acentor alpino (Prunella collaris). No pasa por alto al observador de neveros el atractivo que ejercen sobre ciertos mamíferos herbívoros (ovejas, sarrios o rebecos…) que sestean plácidamente en ellos evitando el calor estival e incómodos insectos o parásitos.

Nevero. Sierra de Gredos.

Los restos orgánicos contenidos en los neveros se descomponen con lentitud debido al frío húmedo de la nieve. Cuando se funde un nevero queda un sustrato húmedo y oscuro con sedimentos de polvo y biomasa que a su vez puede dar sustento a hongos y a comunidades de invertebrados.

Dependiendo de la abundancia de precipitación nival, de su duración y cobertura, la zona donde se aloja un nevero puede generar diferentes tipos de hábitats para plantas. Si el nevero permanece más de 200 días/año hace imposible la aparición de vegetación y el terreno es vulnerable a la erosión, sobre todo en la alta montaña mediterránea.

Banda de enebro enano (Juniperus communis nana) en cornisa de circo glaciar, a su derecha: ladera que da asiento a neveros. Cordal de El Nevero. Sierra de Guadarrama.

La desaparición de un nevero genera de inmediato un suelo empapado de agua, que en ocasiones persiste propiciando la vida de musgos y otras plantas higrófilas.

Localización del Ventisquero de La Condesa, donde se forma un destacado nevero de aporte al nacimiento del río Manzanares. Se aprecia una caseta de captación de agua para las instalaciones ubicadas encima. Guarramillas (Bola del Mundo). Sierra de Guadarrama.

Se conoce como vegetación quionófila aquella que prospera en la nieve o directamente influida por ella, y suele ser habitual en los emplazamientos de neveros. Son especies que han de brotar, florecer y fructificar en poco tiempo (por ejemplo de 1 a 3 meses en el Pirineo). Suelen ser herbáceas de bajo porte aunque hay excepciones leñosas como los sauces enanos (Salix herbacea, Salix reticulata, Salix retusa). Incluso existe un cardo de nevero (Carduus carlinoides) distribuido por zonas altas de Pirineos, cordillera cantábrica, sistema ibérico y Sierra Nevada.

Sauce enano (Salix reticulata). Pirineo aragonés.


Cardo de nevero (Carduus carlinoides). Pirineo aragonés.

La naturaleza ácida o básica del suelo de un nevero también determina el cortejo de plantas que lo coloniza. Por ejemplo, la diminuta planta carnosa Mucizonia sedoides indica solares de neveros sobre sustrato ácido, seco y pedregoso. Mientras que las luminosas rosas de Dryas octopetala evidencian zonas de acúmulo nival sobre roquedos calizos.

Dryas octopetala. Pirineo aragonés.

Dada la vinculación de estas plantas con la nieve sus territorios avanzan o retroceden en función de las oscilaciones en su precipitación. Así, en la actualidad se constata su retirada en relación a un cambio climático que, en general, aporta menos cantidad de nieve y acorta las temporadas tendiendo a adelantar el deshielo y la fusión de los neveros.

Neveros sobre circo glaciar entre Dos Hermanas y Peñalara. Sierra de Guadarrama.



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NIEVE y POLVO DEL DESIERTO

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A principios de junio aún permanecen neverosen Sierra Nevada, incluso de varios metros de espesor por encima de la cota 2.900 

Este final de primavera ascendí a los picos Mulhacén y Veleta, con los amigos de Andecha, observando en las inmediaciones el manto blanco teñido de marrón a causa del polvo sahariano.

Nevero con polvo del Sáhara. Sierra Nevada

Al soplar los vientos sureños pueden arrastrar consigo partículas muy finas (menos de cien micras) de las arenas del gran desierto africano. Acarreo que alcanza con cierta facilidad el sur peninsular. Para que esto suceda ha de formarse una borrasca sobre el golfo de Cádiz, así los vientos giran en sentido contrario a las agujas del reloj barriendo por el suroeste el inequívoco polvo rojizo del Sáhara. La temperatura en capas altas de la atmósfera determinará que la borrasca precipite en forma de lluvia de barro o de nieve marrón.

Puede suceder también que los vientos sureños simplemente adhieran ese polvo en la nieve o que -entre primavera y verano- llueva barro sobre la capa nival.

Corte de un nevero con polvo del Sáhara sedimentado en capas. Sierra Nevada

Una vez depositado, el polvo sahariano altera la textura y adherencia de la nieve, lo cual puede facilitar deslizamientos en forma de alud. Además, disminuye la blancura reflectante (albedo) de la superficie nívea, absorbe en ella más radiación solar y acelera su fusión. Paulatinamente este sedimento sahariano se incorporará al agua y al suelo de la montaña…no sólo en Sierra Nevada.

En 1997 contemplé por primera vez, en pleno valle de Benasque, el peculiar espectáculo de unas montañas pirenaicas cubiertas de nieve marrón y blanca. Fenómeno que se repite de vez en cuando en aquella cordillera e incluso puede afectar a los Alpes.

Polvo sahariano sobre nieve. Pirineo aragonés

Si se nos antoja sorprendente la presencia de polvo sahariano en nuestras montañas, lo es más su transporte por los vientos alisios a lo largo del océano Atlántico hasta América. Los satélites espaciales han seguido la trayectoria de algunas tormentas de arena en el Sáhara cuyo polvo alcanza el mar Caribe en unos seis días. Este fenómeno planetario influye en ámbitos tan diversos como el clima, la fertilización del océano, la formación de suelos rojos en el área mediterránea o la salud de los seres humanos.

Polvo sahariano sobre nieve. Pirineo aragonés

El polvo del Sáhara contiene minerales (hierro, silicatos, carbonatos, sulfuros, cloruros, óxidos y fosfatos) además de virus, bacteriashongosesporas, polen, ácaros y compuestos nada deseables derivados de la actividad humana: metales pesados (mercurio) y contaminantes orgánicos persistentes (pesticidas, herbicidas e insecticidas).



Corte de un nevero con polvo del Sáhara. Sierra Nevada

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ARENALES COSTEROS: jardines de arena, viento y sal

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Imagínese la extrañeza de un jardinero al que encargan un jardín sin más suelo que arena salada, venteada y reseca, sin sombras y recalentado en verano hasta lo insoportable, pero donde no falte hierba, ni flores variadas, hermosas e incluso perfumadas…Algo así es la flora de las dunas y arenales costeros.



LA ARENA
El grosor de los granos de arena determina la capacidad de los suelos arenosos para retener agua. En una playa la arena es más gruesa que en las dunas ubicadas más al interior de la costa, por ello las arenas playeras son secas respecto a las dunares, que mantienen mejor el agua por capilaridad en sus numerosos microporos.


Duna costera en Monsul, Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería)

EL VIENTO
El viento que sopla desde el mar crea las dunas costeras. La arena arrastrada se adhiere a cualquier resalte formando un montoncito que según aumenta retiene más arena. El proceso se facilita cuando el obstáculo inicial crece por sí mismo como sucede con las gramas de playa (Elymus farctus y Leymus arenarius) cuyos largos estolones verticales y horizontales soportan los enterramientos que ellas mismas provocan acumulando en pocos años montones de arena o dunas primarias que pueden alcanzar hasta 7 metros.

Si las dunas no son retenidas por la vegetación tienden a avanzar hacia el interior. Entonces se convierten en dunas secundarias o dunas blancas, a menudo ricas en calcio debido a la descomposición de conchas marinas lo cual facilita el arraigo de vegetales pioneros que, a su vez, enriquecen más el suelo para otras especies con mayores exigencias.

A más distancia de la playa se sitúan las dunas terciarias, con partículas más finas de arena. Apenas las mueve el viento y suelen estar recubiertas por líquenes, musgos, hierbas, arbustos e incluso algunos árboles.


Arenal costero de la playa de Los Muertos, Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería)

LA SAL
Las dunas litorales se componen de arena de playa que incluye cloruro de sodio, sal que limita drásticamente el desarrollo de las plantas.

En verano las brumas del mar se evaporan sobre arena caliente y la superficie de las dunas se impregna de sal. En invierno la lluvia lava el suelo dirigiendo la sal hacia capas más profundas: entre 20 y 60 cm bajo la superficie de una duna móvil.

La lejanía del mar reduce la influencia de las brumas salinas y aumenta la del agua de lluvia. Por ello las gramas de playa se instalan en arena de dunas primarias, más cerca del mar que otras plantas peor dotadas para resistir la salinidad.


Barrón (Ammophila arenaria)

La reina de las dunas
Si una planta merece tal título es el barrón (Ammophila arenaria) cuyo nombre científico significa: amiga del viento y la arena. Una hierba tan adaptada a su hábitat que puede ser la única planta presente en arenas móviles de dunas secundarias o blancas donde el contenido en sal es inferior al 2%

Externamente recuerda a los juncos o al esparto. Con tiempo seco y ventoso las hojas se repliegan convirtiéndose en tubos finos que reducen la evaporación de agua. Las yemas de las que nacen las hojas quedan a unos 10 cm de profundidad, al abrigo de las brumas cargadas de sal y de esa lija que son los granos de arena soplados por el viento.

Los extremos del tallo subterráneo –rizoma– son duros, puntiagudos y avanzan sin problema en la arena atravesando raíces, hojas muertas y otros materiales. Experimentalmente se ha demostrado que pueden perforar una patata o una lámina fina de cristal.

Existe una estrecha relación entre el crecimiento del barrón y el de la duna móvil. Año tras año el barrón estabiliza y aumenta la duna, sólo sucumbe ante su erosión. La planta pierde vigor si no es enterrada con frecuencia, quizá porque evita así la proliferación de organismos patógenos en sus partes aéreas.


Barrón (Ammophila arenaria) en dunas secundarias. Meia Praia. Lagos (Portugal)

Las flores del mar
Los arenales más cercanos al mar son desplazadas por el viento e incluso sumergidos por las mareas más fuertes. Allí sólo aguantan plantas de vida efímera como la arenaria de mar (Honkenya peploides) o la oruga de mar (Cakile maritima), que pueden tolerar breves inundaciones marinas.


Oruga de mar (Cakile maritima). Playa de Rodiles (Asturias)

Sobre las dunas primarias, y arenales en general, aparece un elegante cardo azul: el cardo marino (Eryngium maritimum).



Cardo marino (Eryngium maritimum). Playa de Odeceixe (Portugal)

De primavera a otoño se abren las campanillas rosadas de la berza marina (Calystegia soldanella), por mejor nombre llamada en catalán campaneta de mar. Sus tallos se extienden horizontales sobre arenas algo móviles.


Berza marina (Calystegia soldanella). Playa de Rodiles (Asturias)

En dunas o en arenales costeros de la Península y Baleares florece la más bella de nuestras flores marítimas: la azucena de mar o narciso de mar (Pancratium maritimum). Sus flores exhalan un suave aroma al atardecer.


Azucena de mar (Pancratium maritimum) en arenal costero. Verdicio (Asturias)

Sobre dunas litorales, mayormente dunas secundarias, se extienden los cuernecillos de mar (Lotus creticus).


Cuernecillos de mar (Lotus creticus). Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería)

Y, en general, caminando entre arenales costeros puede hallarse otras interesantes plantas: mansega marina (Cyperus capitatus), lechetrezna de mar (Euphorbia paralias), colleja de mar (Silene littorea subsp. littorea)…


Mansega marina (Cyperus capitatus). Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería)


Lechetrezna de mar (Euphorbia paralias). Playa de Rodiles (Asturias)


Colleja de mar (Silene littorea subsp. littorea). Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería)


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UNA RELACIÓN TÓXICA: hierba de Santiago y mariposa cinabrio

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Generalmente la hierba de Santiago (Senecio jacobaea) florece por Santiago (25 de julio) y prosigue más allá del verano, hasta el otoño. Crece en suelos algo húmedos de prados descuidados o abandonados, bordes de camino y claros de montañas en la mitad norte peninsular.

Hierba de Santiago (Senecio jacobaea)


Destaca por su altura -hasta cuatro palmos- y por ser hierba no pastada por el ganado en el campo, pues su sabor es amargo. Contiene alcaloides tóxicos que se acumulan en el organismo irritando el hígado y provocándole lesiones y cirrosis. 

Pero lo que daña a caballos o vacas es sustento seguro para larvas de mariposa cinabrio (Tyria jacobaeae), vistosas orugas de cabeza negra con bandas amarillo-anaranjadas y negras. Es fácil observarlas en julio y agosto sobre plantas del género Senecio, y especialmente sobre la mencionada hierba de Santiago.

Orugas de mariposa cinabrio (Tyria jacobaeae) sobre hierba de Santiago (Senecio jacobaea)

Estas orugas digieren la planta sin problema apropiándose de sus tóxicos. Si un ave se alimenta de ellas probablemente se envenene. Mas no debe ser habitual dado el sabor desagradable de tales orugas (no comprobado personalmente). En ese sentido, su impactante coloración amarilla y negra advierte y recuerda el “mal trago” a posibles predadores.

Oruga de mariposa cinabrio (Tyria jacobaeae) sobre hierba de Santiago (Senecio jacobaea)

La mariposa cinabrio se ha empleado como controlador biológico de la hierba de Santiago en países donde la planta es especie invasora. No obstante, las orugas devoran pero no exterminan su sustento. Comienzan por las hojas de la parte superior (más tiernas) y atacan los capullos pero suelen dejar flores que producirán semilla. Luego descienden dando cuenta de las demás hojas y salvando el tallo verde que mantiene su alimento fresco.

A finales de agosto las orugas abandonan la planta y se entierran para pasar el invierno como crisálidas envueltas en capullos de seda.


Al año siguiente, entre mayo y junio, emergerán como mariposas de alas negras y rojo cinabrio. Mariposas que volarán de noche o incluso de día seguras de conservar su toxicidad.

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DESCUBRE EL OTOÑO en PIRINEOS con FJBarbadillo

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DESCUBRE el OTOÑO en PIRINEOS

DESCUBRE el increíble otoño de Pirineos en el Valle de Benasque (Pirineo aragonés).

CONOCE sus bosques, árboles y arbustos.

COMPARTE luces y colores, impresiones y fotos obtenidas.

Una ACTIVIDAD para miembros del Club AMIGOS del PAISAJE (hazte miembro). Organizada por FJBarbadillo*


* Autor de este blog y de las guías de campo "Flores del Pirineo" y "Árboles y arbustos del Pirineo" (Editorial Pirineo). Naturalista y divulgador especializado en interpretación del paisaje y ecología vegetal. Fundador del Club AMIGOS del PAISAJE (Facebook)…y observador del otoño pirenaico durante más de 20 años.


PROGRAMA de la ACTIVIDAD 
Fines de semana, a elegir: 17-19 octubre o 24-26 octubre 2014

Viernes (17 y 24)
17h RECEPCIÓN y BIENVENIDA
18h CHARLA: Paisajes de otoño en el Pirineo.

Sábado (18 y 25)
PASEO NATURALISTA a pie por el otoño del Valle de Benasque.
FOTOTERTULIA: proyección y comentario de fotos realizadas por los asistentes.

Domingo (19 y 26) 
PASEO NATURALISTA a pie por el otoño del Valle de Benasque.




PRECIO144 €

INCLUYE 
CHARLAS y PASEOS NATURALISTAS con FJBarbadillo. ALOJAMIENTO en Hostal Parque Natural (habitación doble y desayuno).
No incluye seguros. 

GRUPOSde 7* a 10 personas por fin de semana. 
*Mínimo indispensable. 


INFORMACIÓN e INSCRIPCIONES* 
hasta 30 de septiembre en:

Club AMIGOS del PAISAJE 
(Grupo de Facebook)

O teléfono 652 18 37 96 

 *Los participantes inscritos recibirán información precisa para hacer su pago. 
Antes del día 5 de octubre de 2014 









NENÚFARES e INTERMITENCIAS del río LOBOS

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Los nenúfares amarillos son parte del paisaje en el Parque Natural del Cañón del Río Lobos. ¿Por qué? Para entenderlo conviene acercarse hasta el paraje conocido como Puente de los Siete Ojos y comprobar que… ¡El río no está!
Cauce seco del río Lobos. Puente de los Siete Ojos.

EL RÍO casi AUSENTE

Durante buena parte del año el río Lobos desaparece infiltrándose en el subsuelo calizo por dos sumideros o desagües. Un sumidero se ubica en la provincia de Burgos y el otro en el límite con la de Soria, antes del puente de los Siete Ojos. A partir de aquí el río Lobos y sus afluentes se sumergen en las calizas cretácicas del árido cañón. Por ello, es normal contemplar tramos de lecho seco con cantos angulosos y escasamente rodados, que indican un ligero y ocasional arrastre.
Cantos angulosos, escasamente rodados. Puente de los Siete Ojos. Río Lobos.

Justo al final del cañón resurgen las aguas en el nacedero del río Ucero. No obstante el caudal del río Lobos mantiene -incluso en lo más seco del año- una sucesión de pozas por las que asoma su agua subterránea en hundimientos del terreno cárstico.

Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


Cañón del río Lobos.

EL CAÑÓN EVANESCENTE

Este cañón u hoz se abre durante más de 25 km entre los municipios de Hontoria del Pinar y Ucero respondiendo a la disolución y erosión de la roca caliza en superficie. Y -tanto o más- a la disolución, erosión y hundimientos del subsuelo por las aguas que discurren bajo el fondo del cañón. Así pues, la hoz ha sido –y sigue siendo- horadada desde arriba, desde abajo y por los lados.


Cañón del río Lobos.


Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


LOS NENÚFARES EMERGENTES

En las pozas permanentes del río Lobos emergen cada temporada las hojas flotantes de los nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum), especie que no abunda en España. Requieren aguas razonablemente limpias con al menos 40 cm de profundidad y sustratos limosos. No gustan de corrientes ni de sombra densa y no soportan alteraciones drásticas en el nivel del agua. Todos estos condicionantes se cumplen en el Cañón del Río Lobos por la conjunción favorable de su geología e hidrología:



Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


Aguas muy tranquilas y razonablemente limpias

Las pozas del río Lobos son estanques suficientemente profundos, alimentados principalmente por agua subterránea de buena calidad. Ello comporta una estabilidad muy opuesta a las fluctuaciones anuales e interanuales del río. Estas pozas apenas presentan corriente, ni siquiera cuando la lámina fluvial circula entre ellas de forma somera.



Poza de nenúfares amarillos (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos.


Sustratos limosos

Los materiales que forman los limos llegan a estas pozas principalmente arrastrados por las aguas superficiales. Allí quedan retenidos sumándose a ellos los restos orgánicos de nenúfares y demás flora y fauna acuáticas. Las crecidas eventuales del río Lobos incrementan dicho aporte de limos sin comprometer la sujeción de los nenúfares en sus estanques, ni siquiera durante riadas excepcionales -como la sufrida en la primavera de 2013- que inundan todo el fondo del cañón. 



Restos de crecida del río Lobos. Primavera 2013


El acúmulo de materiales arrastrados da idea de la intensidad de esas crecidas que, lamentablemente, también incorporan residuos y contaminantes humanos al curso superficial del río y posiblemente al acuífero local.


Residuos contaminantes en el río Lobos.


Ni corriente ni sombra densa

El escaso desnivel del fondo del cañón hace serpentear al río Lobos en meandros de corriente casi imperceptible, menor aún en las pozas de nenúfares. Además, su precario caudal –a veces nulo- limita el desarrollo de un auténtico bosque galería y el negativo efecto de su sombra sobre los nenúfares.


Cauce del río Lobos.


A fines de primavera y principios de verano comienzan a florecer los nenúfares amarillos del río Lobos. Confirman, un año más, la paradójica estabilidad de sus estanques inmersos en un río intermitente y fluctuante.


Flor recién emergida de nenúfar amarillo (Nuphar luteum subsp. luteum). Río Lobos



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BAJO OCHOMILES. Apuntes naturalistas del HIMALAYA (1)

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CAPÍTULO 1 

ENTRE LOS ANAPURNAS Y EL DAULAGUIRI
Comienza el mes de octubre y la temporada alta de trekking en Nepal. Nos esperan 200 kilómetros de Himalaya a pie durante 16 días. Una vuelta sin cerrar en torno al macizo de los Anapurnas, cuya máxima cumbre fue el primer 8.000 escalado por nuestra especie, en 1950

ARROZ Y BOSQUE TROPICAL (460-1.290 m)
Un ligero asfalto une Katmandú con la base de las altas montañas. Apenas concluye el monzón, los ríos bajan caudalosos y se suceden derrumbes y corrimientos de laderas. Hacia Dumre (460 m) la densa vegetación tropical cubre pronunciadas pendientes. La masa forestal parece regenerarse con árboles jóvenes de edad muy pareja.

Puente de bambú. Nepal
Por fin pisamos el Himalaya en las cercanías de Besisar (760 m). Cruzamos el primer puente de una lista infinita, en su mayoría colgando entre orillas abruptas. En los ríos habitan cangrejos de agua dulce iguales a los marinos. Por la senda abundan artemisas y margaritas, ortiga gigante del Himalaya (Girardinia diversifolia), cáñamo (Cannabis sativa) y un lagarto grande en las zonas rocosas.


Ortiga gigante del Himalaya (Girardinia diversifolia). Nepal

Cáñamo (Cannabis sativa). Nepal

El río Marsyangdi fluye impetuoso, al menos dos metros por debajo de su línea máxima de crecida. Lo flanquean laderas de bosque tropical y nubes bajas sin que apenas se perciba deforestación, salvo en claros o zonas que se recuperan.


Bosque tropical y río Marsyangdi, 
entre Besisaar (760 m) y Ngati (920 m). Nepal

Llueve sin mucho convencimiento, la temperatura es cálida. Parte del camino está encharcado pero libre de sanguijuelas, abundantes durante las precipitaciones monzónicas.

Calle de Ngatti (920 m). Nepal

Pasado Ngati (920 m) hay campos de arroz escalonados en laderas. Entre los arrozales verdes emergen rocas que la humedad cálida negrea de líquenes y algas en un bello contraste. El frente de los bancales se aprovecha para cultivar soja. Los árboles salpican las terrazas. El roquedo es variado: granito, caliza, micacita con granates...

Terrazas de arrozal. Nepal

De las ramas de un gran árbol cuelgan nidales de pájaros tejedores. Un ficus religioso (Ficus religiosa) se adorna con nidos de hormiga, semejantes y de menor tamaño. Es éste un árbol habitual en zonas de media y baja altitud. En la base del tronco tiene un descansadero para porteadores. El estruendo de las aguas del Marsyangdi nos acompaña...

Río Marsyangdi. Nepal

Camino en ladera sobre el río Marsyangdi. Nepal


NOTA: textos e imágenes corresponden al treking de los Anapurnas realizado en octubre de 1998

PRÓXIMO CAPÍTULO: 

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BAJO OCHOMILES. Apuntes naturalistas del HIMALAYA (2)

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Puente himalayo sobre el río Marsyangdi, entre Tal y Darapani. Nepal


CAPÍTULO 2 

BAMBÚES, BELLOTAS Y UN REVUELTO DE PERENNIFOLIOS (1.290-2.620 m)
Persiste el calor húmedo. Alrededor de Jagat (1.290 m) prolifera la marihuana, vegetan bambúes gigantes, helechos arborescentes y árboles de hoja ancha, perenne.
Tal (1.680 m). Nepal


En una gran llanura fluvial se asienta el pueblo de Tal (1.680 m). Tal significa “lago” y debió haberlo en otros tiempos. El valle se ensancha considerablemente. Una risueña cascada salta cerca del pueblo. Molinillos de oración giran a la entrada y salida como en otros pueblos budistas.

Molinillos de oración. Nepal

Secando la cosecha. Nepal

Los bambúes gigantes son reemplazados por especies de menor talla. El bosque mixto incluye los primeros pinos y píceas. Irrumpe una cohorte de arbustos de hoja mediana o muy pequeña. No falta un espino de fuego del género Pyracantha.

Entramos en Darapani (1.860 m) ascendiendo hacia bosques de coníferas. Se esfuman los árboles subtropicales de hojas semejantes al laurel y perduran las grandes plantas herbáceas.


Pino azul del Himalaya (Pinus wallichiana). Nepal

Tanto el pino azul del Himalaya (Pinus wallichiana) como la pícea del Himalaya occidental (Picea smithiana) desarrollan ramas colgantes. A ellos se suman alerces del Himalaya (Larix himalaica) y arces.


Ramas de pino azul del Himalaya (Pinus wallichiana). Nepal

Bosques de coníferas entre Darapani (1.943 m) y Chame (2.713 m). Nepal

En el sotobosque crecen agracejos, rosales, zarzas, griñoleras de hoja diminuta (Cotoneaster microphyllus), salvia amarilla (Salvia nubicola), varas de oro (Solidago sp.)... Los ambientes umbríos son feudo de Fagáceas con hojas de castaño y bellotas de encina (Quercus lanata y Q. Leucotrichophora leuchotrichophora), acebos (Ilex dipyrena), hiedra y fresas silvestres (Fragaria daltoniana).

Junto a los poblados, los manzanos, prácticamente deshojados, se cargan de fruta roja y sabrosa. A medida que ganamos altura se ve algún rododendro. Por un momento el paisaje remite a los bosques de coníferas del alto Pirineo.

Bosques de coníferas entre Darapani (1.943 m) y Chame (2.713 m). Nepal

En Chame (2.620 m) hay surgencias de agua termal. Al fondo del valle queda el Manaslú (8.163 m). Un río de aguas grises, glaciales, se desploma hacia la margen derecha del Marsyangdi desde las luminosas nieves del Lamjung Himal (6.932 m).

Calle en Chame (2.620 m). Nepal


NOTA: textos e imágenes corresponden al treking de los Anapurnas realizado en octubre de 1998

CAPÍTULO ANTERIOR:
ARROZ Y BOSQUE TROPICAL (460-1.290 m)

PRÓXIMO CAPÍTULO: 
PIÑAS, SABINAS Y TRIGO NEGRO (2.620-3.440 m)

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BAJO OCHOMILES. Apuntes naturalistas del HIMALAYA (3)

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Estribaciones del Pisang Peak, entre Chame (2.713 m) y Pisang (3.183 m). Nepal


CAPÍTULO 3

PIÑAS, SABINAS Y TRIGO NEGRO (2.620-3.440 m)
En los inicios del piso subalpino dominan las coníferas y escasea el tejo (Taxus wallichiana). El roquedo es calcáreo.
Tejo (Taxus wallichiana). 
Inicios del piso subalpino (entre 2.700-3.000 m). Nepal

En las márgenes del camino florece el orégano (Origanum vulgare) que rebasa la cota de los 3.000 m, y un hermoso áster. Enrojecen los frutos de agracejo (Berberis aristata) y verdea lo que en inglés se conoce como “enebro negro” y en castellano bien podría llamarse “sabina india” (Juniperus indica).

Enebro negro o sabina india (Juniperus indica
(aprox. 3.000 msnm). Nepal

Río Marsyangdi (2.900 m) al pie de un paredón de unos 2.000 m 
descolgado de un cordal del Pisang Peak (6.091m). Nepal

Hacia la cota 2.900 el curso del Marsyangdi describe una curva de 90 grados al pie de un avasallador paredón calizo: unos 2.000 metros de verticalidad hasta su base, donde crecen azaleas cerca de un puentecillo primoroso que vadea el río. Esta ola gigante y pétrea se descuelga de un cordal del Jong Ri o Pisang Peak (6.091 m). El tramo medio de la pared mantiene pastos imposibles de color pardo-amarillento. El resto es roca pulida por las avalanchas. El encuentro del subcontinente indio con Asia plegó y levantó la cordillera del Himalaya. Aquí alzó estratos rocosos de origen marino y los giró casi en ángulo recto.

Bosques de coníferas en el piso subalpino (aprox. 3.000 m). Nepal

El camino sube empinado a la sombra de abedules (Betula alnoides) un tanto amarillentos, abetos plateados (Abies spectabilis), píceas, pinos y cipreses del Himalaya (Cupressus torulosa). Arriba de la cuesta el ambiente se torna más seco.

Pícea del Himalaya (Picea smithiana). 
Inicios del piso subalpino (entre 2.700-3.000 msnm). Nepal
Ciprés del Himalaya (Cupressus torulosa
(2.900-3.000 msnm). Nepal

Hay que subir con calma a Pisang de arriba o Pisang Alto (3.185 m), es innegable que se advierte la altitud. El camino al pueblo mezcla gris arenoso y pardo de rastrojera. Una clemátide da fruto en los setos de los campos de cultivo. Se cosecha el trigo negro (Fagopyrum esculentum). Sin duda, la marihuana (Cannabis sativa) es más conocida y apreciada por los occidentales. Crece en cualquier rincón y parece más fragante que en ningún otro sitio.

Ventana de tradición tibetana 
en el pueblo de Pisang de arriba (3.185 m). Nepal

En Pisang la cultura es tibetana, como más arriba. La población se establece junto a un juvenil Marsyangdi que surca el gran valle de origen glacial al norte de los Anapurnas. La poderosa barrera del macizo –al menos once picos superan los 7.000 metros– retiene gran parte de las precipitaciones procedentes del golfo de Bengala. Estamos en las últimas vertientes septentrionales del Himalaya, compartimos la aspereza y aridez del cercano Tíbet. Desde aquí se disfruta una estampa espléndida de los hielos del Anapurna II (7.937m) y Anapurna IV (7.525m)

En el centro destaca el Anapurna II (7.937m), a su derecha el Anapurna IV (7.525m), 
vistos desde Pisang de arriba (3.185m). Nepal


NOTA: textos e imágenes corresponden al treking de los Anapurnas realizado en octubre de 1998

CAPÍTULO ANTERIOR:
BAMBÚES, BELLOTAS Y UN REVUELTO DE PERENNIFOLIOS (1.290-2.620 m)

PRÓXIMO CAPÍTULO: 
YAKS, MATOJOS Y GLACIARES (3.440-4.450 m)
GIGANTES Y ENANOS POR EL TORONG LA (4.450-5.416-3.760 m)

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